La polémica trama de “bots” que han atacado el perfil institucional del Ministerio de Sanidad en la red social Facebook vuelve a poner encima de la mesa la incapacidad, hoy en día, de las plataformas de las redes sociales para encontrar una solución a este problema que viene repitiéndose desde hace muchos años.
En medio de la rutina por el confinamiento, el aburrimiento se rompe por culpa de un mensaje que llega por la plataforma de mensajería instantánea Whatsapp un vídeo que, en tiempo récord, se convierte en el más popular. El vídeo, que parece bastante extraño en un primer momento, asegura que el Ministerio de Sanidad estaría engañando a la ciudadanía a través de su perfil institucional en la red Facebook.
Tras analizar el vídeo se descubre que es completamente falso: estamos ante una red de cuentas falsas que buscan destrozar la gestión por parte del Gobierno en varios vídeos. No se sabe cuál ha podido ser el alcance total, quién es el autor o cuánto dinero se ha invertido en su creación. Tampoco hay evidencias de que haya algún partido o miembro del Gobierno detrás del mismo. El Gobierno de Pedro Sánchez ya ha denunciado que el vídeo ha sido utilizado de “manera fraudulenta”.
Hay varias teorías sobre el origen de estas cuentas falsas
La primera, estas redes de conocidos “bots” habrían sido creada desde el propio Ejecutivo para poder viralizar contenidos y llegar al mayor número posible de personas.
Hay que recordar que el algoritmo de la red social Facebook premia la cantidad de interacciones para darle mucha más relevancia a una publicación en su “New Feed” (muro de actualizaciones). Pero, la realidad es que Facebook penaliza cada vez más los perfiles “falsos” que tienen como objetivo viralizar determinados mensajes.
Hay empresas que venden 10.000 seguidores en Facebook por la cantidad de 240 dólares
Lo que hacen las granjas de “bots” para evitar esto es optar por seguir perfiles instituciones o públicos para poder legitimar la falsedad. Pero estos trucos no son nuevos. Lo que buscan es pasar completamente desapercibidos. Tienen sistemas programados para evitar la API de Facebook, por ejemplo, no meten 3000 seguidores en un solo fin de semana, algo que en condiciones normales sería imposible.
También, se suelen comprar seguidores. No es difícil encontrar páginas web que ofrecen 10.000 seguidores en la red Facebook a cambio de unos 240 dólares. De esta manera, cualquiera podría convertirse en un influencer en solo unas horas. Este tipo de plataformas, que se han comprometido a reducir su actividad, llegaron a la cima de su actividad durante la campaña presidencial de Donald Trump en el año 2016.