El reality show de Cuarzo Producciones supera los tres millones de espectadores y el fenómeno “Estefanía” se hace viral en redes sociales. Pero ¿es La isla de las tentaciones un reflejo del amor actual? ¿Es el amor, hoy en día, un amor de usar y tirar?

Según datos publicados por el Gabinete de Estudios de Comunicación Audiovisual (GECA), el programa de La isla de las tentaciones alcanzó su máxima audiencia el pasado jueves 30 de enero, con un rating del 24,3% y siendo la emisión más vista del día. El programa ha conseguido, en poco menos de un mes, hacerse con su franja horaria.

Los reality shows, una apuesta ganadora

Durante los últimos años, es habitual ver a la cabeza de los rankings de audiencia a reality shows como Gran Hermano, Supervivientes o, más recientemente, el Tiempo de Descuento o La isla de las tentaciones. Por lo tanto, no hay duda de que estos programas llegan a un importante número de personas, especialmente, entre los 13 y 30 años de edad.

Una edad importante teniendo en cuenta que, según estudios sociológicos, en esta etapa la influencia de los medios de comunicación y los grupos de iguales (los amigos o compañeros de trabajo) es decisiva en la forma que tenemos de ver la vida. Y, ¿por qué no? , en la forma de ver el amor.

En cuestiones de amor no hay ninguna regla escrita pero es habitual escuchar a nuestros mayores frases como “en nuestra época eso no pasaba”.

Y aunque lo natural es que la sociedad avance no podemos dejar de preguntarnos… ¿Tanto han cambiado las relaciones?

¿Hemos pasado de escenas icónicas como “siempre nos quedará París” a escenas virales como el grito de “¡ESTEFANÍAA![VIDEO] en La isla de las tentaciones? Miedo al compromiso, rollos de una noche, infidelidades, desengaños amorosos, aplicaciones para ligar… es la realidad de algunos (y no pocos) jóvenes hoy en día.

Pero la cuestión de fondo es… ¿por qué?

El 'amor líquido' del reality

Zygmunt Bauman, uno de los filósofos y sociólogos más importantes del siglo XX, se dedicó a dar respuesta a esta pregunta. En sus múltiples ensayos Bauman hace referencia al “amor líquido”. Más o menos, desde la década de los años 90, a raíz del fenómeno de la globalización, las sociedades han desarrollado una serie de tendencias que afectan a la forma que las personas tienen de entender las relaciones personales hoy en día. La idea de amor líquido de Bauman pone en el punto de mira a dos factores: la cultura del consumismo y el individualismo.

La primera, la cultura del consumismo, sería capaz de explicar la necesidad del ser humano de satisfacer de forma inmediata sus deseos, de vivir experiencias de usar y tirar y de extender esas pautas hacia otros ámbitos de su vida.

De ahí que para las personas sea más fácil establecer relaciones frágiles, o lo que Bauman denomina “conexiones”, que relaciones profundas.

Por otro lado, asevera, son relaciones marcadas por el individualismo. Las personas prefieren huir de las relaciones profundas y duraderas porque las consideran un peligro a su autonomía personal, siendo más fácil entregarse a relaciones fugaces y en las que prima la búsqueda del beneficio propio.

De hecho, el sociólogo comparaba el amor actual con una hipoteca. Vivir juntos, por ejemplo, es una idea atractiva hoy en día: el compromiso es comedido, no se hacen promesas y la incertidumbre de que salga mal es más asumible: Uno pide menos, se conforma con menos y, por lo tanto, hay una hipoteca menor para pagar, y el plazo del pago es menos desalentador”.

El “amor líquido” de Bauman se trata de un amor precavido que tiene aspiraciones más modestas que un “hasta que la muerte nos separe”. Hoy en día, las relaciones amorosas se basan más en una atracción física que una conexión profunda a nivel personal. Son relaciones más débiles y flexibles en cuyo desarrollo han jugado un importante papel la sociedad, la educación y los medios de comunicación.

Tinder, una muestra de la realidad del amor actual

Y, sin duda, el mejor ejemplo de ello es la filosofía de aplicaciones como Tinder. Cientos de caras, cientos de oportunidades y en base a ellas solo una decisión: deslizar hacia la derecha para aceptar y hacia la izquierda para descartar. Este tipo de redes sociales contribuyen a que la forma de interactuar a la hora de buscar pareja sea fugaz, desechable y superficial.

Como señalaba Bauman, nos permiten huir de las “pesadas consecuencias” de interactuar en profundidad, especialmente, del coste de tiempo que ello implica. Se trata de la ley del mínimo esfuerzo en el mundo de las relaciones sexuales y de pareja.

La tesis de Zygmunt Bauman sigue siendo, quince años después, una acertada explicación de cómo han cambiado las relaciones de pareja. Un panorama que puede parecer poco esperanzador pero no es más que el resultado de una sociedad cada vez más conectada y en constante cambio. Dentro de ella, a los más románticos siempre les quedará París.