14 de febrero, Día de San Valentín, Día de los Enamorados. ¡Qué bonito! Festividad mundial amada y odiada a partes iguales. ¡Y las barbaridades que se dicen de ambos lados! Si a uno le gusta, es un cordero que sigue ciegamente a las empresas de marketing en este mundo capitalista. ¡A comprar se ha dicho! Tarjetas, chocolates, flores, restaurantes. Y nada de baratijas, que un enamorado jamás es tacaño. Por otra parte, si a uno no le gusta esta alegre festividad seguro es porque es un miserable, un envidioso de aquellos que no tienen ni amor ni pasión, y seguro termina cenando sobras recalentadas solo, completamente solo.

¿Pero dónde ha quedado el amor?

Como estamos en la era de la corrección política, no pasa nada con los solteros, que también se le reconoce como "día del amor y la amistad". Menudo timo. ¿Eso significa entonces que uno puede pasar San Valentín con su madre?. No parece que ese sea el espíritu de esta fecha. Y ya puestos, ¿cuál es el verdadero origen de esta festividad?

San Valentín antes de ser San Valentín

En la antigua Roma (porque todos los caminos conducen a Roma y la mayoría de nuestras costumbres también) existía la fiesta Lupercalia, usualmente celebrada el 15 de febrero. De hecho, esta fiesta luego se llamó Februa (purificaciones), nombre que viene del Februum (rito de purificación), que dio paso a que el mes en el cual se realizaba esta fiesta sea conocido desde entonces como febrero.

Pero eso no es todo. Lupercalia viene a significar "la fiesta de los lobos", conectándose también con Luperca, la loba que el mito cuenta amamantó a Rómulo y Remo, quienes luego fundaron Roma. Y algunas fuentes afirman que en realidad esa loba era el dios Luperco convertido en animal, a quien luego se le fusionaría con el dios Fausto y finalmente con Pan.

Esta festividad pagana estaba relacionada con varias cosas: la purificación de la primavera y de la ciudad, alejar a los malos espíritus, atraer la buena salud y, por supuesto, la fertilidad. La fiesta duraba días e incluía sacerdotes, sacrificios animales, alcohol, rifas sexuales y a hombres y mujeres correteando desnudos por todos lados.

¿Cómo diablos todo eso se convirtió en regalar tarjetas y chocolates? ¿Y qué se puede hacer para volver a traer las viejas costumbres?

¡Están locos estos romanos!

Eran los seguidores del dios Luperco, los luperci, quienes daban el puntapié inicial. La ceremonia comenzaba con un sacerdote (desnudo) sacrificando una cabra. Ese mismo sacerdote se acercaba a sus compañeros (también desnudos) y con el cuchillo teñido con la sangre del sacrificio les marcaba la frente, para a continuación borrar la mancha con un mechón de lana impregnada en leche de cabra (otro símbolo de fertilidad), momento en que los luperci rompían en una carcajada ritual. ​

A continuación, estos alegres muchachos cortaban el cuero de la cabra recién sacrificada en tiras y las embebían en su sangre.

Con estos improvisados látigos del horror, se formaba una procesión en la que recorrían la ciudad azotando a las mujeres que se encontraban en el camino, quienes felizmente aceptaban el latigazo, pues eso, se creía, las volvía fecundas.

Para terminar, las mujeres ponían su nombre en una vasija y en una suerte de rifa los hombres se emparejaban con una de ellas y la pareja se preparaba entonces para fornicar mientras duraran las festividades. El amor se podía sentir en el aire.

Cambian las fiestas, pero aún no hay San Valentín

Aquí las Historias se vuelven complejas, pues hay varias versiones sobre lo que sucedió. Lo cierto es que en un determinado momento, todo culto y festival no cristiano quedó prohibido.

El papa Gelasio I afirmaba que únicamente la "vil chusma" participaba en el festival y lo reemplazó por la fiesta de la Purificación de la Bendita Virgen María.

Otros historiadores dicen, en cambio, que no hay registro escrito que demuestre que Gelasio haya intentado siquiera reemplazar la Lupercalia. Pero la mayor discrepancia surge entre aquellos que conectan las costumbres modernas del Día de San Valentín con la Lupercalia y quienes afirman que no hay evidencias de ello y que esto surge de conceptos erróneos o ideas falsas acerca de las festividades. Al final, la Lupercalia ya no existía, pero había que seguir celebrando el amor.

Aparece el bendito San Valentín de Roma... o tres de ellos

La teoría más romántica y con menos latigazos sobre el origen del Día de San Valentín surge durante un tiempo en el cual el emperador Claudio II no quería que los soldados romanos se casaran durante la guerra.

El sacerdote, o quizás obispo, Valentín de Roma fue en contra de esta prohibición y realizó numerosas bodas en secreto en tabernas y prisiones. ¿Y qué se gana uno cuando va contra de las órdenes del emperador? Una ejecución, por supuesto. Cuenta la leyenda que, mientras estaba en la cárcel le escribió una nota a la hija del carcelero, firmándola como "Tu Valentín". ¿A quién no le derrite el corazón esto? Pues se dice que esa muchacha era ciega, y gracias a la carta de Valentín recuperó la vista. ¿Cómo no creer en el amor? Por algo se ha convertido en el patrón de los enamorados.

El asunto es que aparentemente hubo tres Valentines de Roma en aquella época, provenientes de tres lugares diferentes, a los cuales se les atribuye esta historia.

De hecho, los restos de uno de ellos se encuentran en una basílica en Italia. Poco más se conoce de la vida de estos hombres, además de la leyenda que da nombre a la festividad.

Al final, la fecha de la muerte de este (o estos) mártir (o mártires), se convirtió en la celebración de San Valentín para recordar a aquellos que luchan por el amor. Aunque a muchos, seguramente, la fiesta del alcohol, los latigazos y la fornicación les suene más entretenida.