El voto feminista es un pastel al que todos los partidos quieren hincar el diente. Incluso Vox, quien acepta como condecoraciones las acusaciones de machista, asegura luchar por un "feminismo real e igualitario". Todos los partidos se esfuerzan por que trasciendan sus esfuerzos feministas, aunque cada uno lo hace a su manera.

Mientras que Ciudadanos intenta desmarcarse de Vox aludiendo a un "feminismo liberal", la dirigencia de Podemos ha salido en tromba a defender a su candidata a la alcaldía de Ávila, que fue condenada por asesinato, considerándola una víctima del machismo.

El PSOE, en la línea que Pedro Sánchez nos tiene acostumbrados, está usando todas las instituciones del Estado de forma partidista para entronizar a su líder como el más feminista de todos. Las gesticulaciones feministas del PP y Vox son menos intensas, lo que sus rivales aprovechan para poner en duda su compromiso con la causa feminista.

La televisión es la palanca principal para activar el voto feminista

La Televisión manda. Los mítines, los discursos y las manifestaciones en la calle no alcanzan la repercusión que la programación televisiva tiene en la mente de los espectadores. Pese a los cambios en los modelos de consumo televisivo, las cadenas generalistas siguen siendo el motor de creación de opinión más importante de todos.

Con una política nacional que cada vez se parece y se entremezcla más con el cotilleo televisivo, las salas de máquinas de los partidos políticos buscan como si fueran oro los minutos y segundos de pantalla. No solo en los espacios informativos, sino en cualquier programa.

De hecho, los spin doctors, esos gurús del marketing político que llevan el timón de la comunicación de los partidos, hace tiempo que detectaron una cuestión obvia: que los espectadores son más receptivos a los mensajes políticos que reciben por canales menos convencionales.

Esto es, desde cadenas de WhatsApp y redes sociales a entrevistas al político de turno en espacios televisivos de ocio. El espectador sabe que en las noticias está expuesto a propaganda política típica, por lo que es más renuente a "creerse" lo que le dicen.

Por el contrario, una entrevista informal y distendida en programas distintos, incluso humorísticos como "El Hormiguero" u otros espacios nocturnos que procuran buscar mayor relax que los matinales, permite acercar el político al ciudadano.

Se puede presentar a ese candidato como alguien más humano y próximo al elector.

Televisión y feminismo van de la mano

Las cadenas televisivas hace mucho que incluyeron el activismo feminista como una herramienta de obtención de audiencias. Sea por mero interés crematístico o por concienciación social (lo más probable es que sea una mezcla de ambos), las televisiones mantienen en ebullición el caldero de las reivindicaciones feministas.

La disputa televisiva se escora claramente hacia los partidos de izquierda, que han conseguido imponer un lenguaje y un marco conceptual en todo lo que se refiere al feminismo. El único partido que procura distanciarse de ese marco conceptual e imponer uno propio es Vox.

De hecho, el partido de Abascal se jacta de ello y atesora esa voluntad como uno de sus rasgos de identidad.

Vox pretende que esa batalla sea la punta de lanza de su estética anti-sistema, la que no hace tanto monopolizaba Podemos usando ideas muy distintas pero medios de marketing político muy similares. Este próximo 8-M habrá de nuevo huelga general y manifestaciones en las calles.

La reivindicación tendrá un uso más electoralista que nunca por la proximidad de las sucesivas elecciones. Sin embargo, la repercusión electoral dependerá más de la gestión televisiva de la jornada que de lo que suceda en las calles. La tele-realidad electoral no es nueva, pero nunca ha sido tan influyente.