Santiago Abascal, líder de Vox, lleva años en el mundo de la política y ha aprendido lo importante que es el lenguaje corporal a la hora de defender un discurso. Abascal es un político al que se le odia o al que se la ama (y él lo sabe). No deja indiferente a nadie con su discurso y sus apariciones televisivas son analizadas al milímetro (se encuentra con preguntas que no controla, cuestionamiento hacia su discurso...) y es ahí donde el centro de sus emociones se puede ver desestabilizado: aumenta la intensidad de las emociones y se deja ver mucho más de lo que le gustaría en su lenguaje corporal.

Es un hombre poco expresivo y que controla cada gesto

De acuerdo a un análisis realizado por Alicia Martos, en su blog "Comunicación verbal: lo que no nos cuentan", en líneas generales, su actitud es muy plana, ya que no es un hombre que se caracterice por ser muy expresivo: controla bien sus gestos y habla de manera pausada, su actitud corporal no se altera con facilidad.

Suele iniciar las entrevistas bastante tenso (con lo que se conoce como gesto “automanipulador” que suele unirse a vivir situaciones de estrés: brazos muy pegados al cuerpo y manos entrelazadas fuertemente entre sí). Además bebe mucha agua, lo que demostraría que tiene la boca seca, está muy nervioso.

A lo largo de sus intervenciones va perdiendo rigidez y se caracteriza por una gran coherencia a nivel emocional: dice lo que está pensando, tanto sus expresiones faciales como sus gestos acompañan lo que dice, está convencido al 100% del mensaje que está mandando y se implica en el discurso (aunque el contenido podría mejorar en muchos casos).

No es una persona que sea capaz de ocultar sus ideas y su cuerpo afirma/confirma lo que piensa. Cuando se habla de los medios de comunicación a lo largo de las entrevistas, su lenguaje corporal se caracteriza por una microexpresión que denota “asco”: más intensidad emocional, un malestar que se expresa en el rostro.

Pero, cuando termina las entrevistas suele tener una expresión de satisfacción en su rostro, orgulloso por el trabajo realizado.

Hay que remarcar que sus sonrisas no suelen ser espontáneas, intenta expresar emociones, pero solamente logra forzar el gesto de sonrisa. Posee pocas referencias hacia los sentimientos.

No titubea en su lenguaje

Su mensaje es muy refinado, lleno de cultismos, con un pensamiento muy esquemático, en el que no titubea, desprende muchísima seguridad y conocimientos sobre lo que habla, pero se nota una carencia importante a la hora de conectar de manera emocional con el público, con sus votantes.