Un nuevo inicio… Por más sorprendente que parezca, empezar de nuevo no tiene nada que ver con estrenar un nuevo cuerpo o corte de cabello, estos cambios solo son su consecuencia, pero no el cambio en sí. El verdadero centro de la transformación está en la actitud. Esa capacidad intelectual que te hace ver las cosas desde un ángulo completamente diferente al que antes tenías.

La nueva actitud: ¿Quién eres? ¿Por qué te comportas como lo haces? ¿Qué buscas? ¿Hacia dónde vas? Si logras contestar con toda honestidad estas preguntas, vas a cambiar tu forma de ver las cosas.

No es necesario que respondas con exactitud estos cuestionamientos, a veces un sincero “no se” es suficiente para poder ver las cosas desde una perspectiva totalmente diferente. La cuestión es que logres estar conectado con tu propia persona para que hagas un verdadero cambio.

Llego la hora del cambio

Ya que sabes lo que necesitas cambiar para sentirte a gusto con tu persona, puedes empezar a poner manos a la obra. Acuérdate de que la idea es “modificar” y no cambiar ciento por ciento.

De igual forma debes tener presente que no verás resultados de un día para otro. Puede ser que el cambio que necesitas sea de tu mentalidad, de sentimientos, emociones o algo así. A lo mejor lo que buscas es no ser tan posesivo con tu pareja.

El proceso es el mismo, solo necesitas un poco más de fuerza de voluntad, ya que como en tu cambio incluyes a otra persona, puede que el día que te lo propongas él te desquicie más que nunca y le quieras echar la culpa. No digo que sea imposible lograr ese cambio porque sería mentira hacer tal afirmación.

En este sentido, se trata de colocarle más empeño al cambio porque además de que están involucrados sentimientos y emociones, hay otra persona que tiene que ver con ese cambio.

Aunque cuando realmente estás decidido, el cambio es de ti hacia fuera y no tiene por qué interferir en tu meta nadie, ya que la única persona que puede dar permiso de frustrarte tu acción, eres tú.

Aclarados los puntos esenciales para el cambio, te damos ciertos consejos básicos para que no te desanimes en ningún momento:

  • Valora tus logros, deja de compararte con los demás porque solo generas frustraciones y desanimo.
  • Felicítate, porque si esperamos a que los demás nos hagan una fiesta por nuestros nuevos logros y no lo hacen, fácilmente caemos en desánimo
  • Ten paciencia, estamos acostumbrados a querer ver los resultados rápidos, pero los cambios se dan poco a poco.

Se trata también de gozarte el proceso

Lo más importante de lograr algo radica en poder disfrutar el proceso en que lo logras.

Solo cuando empiezas a saborear el proceso hacia tu meta, tienes garantía de llegar. Si por ejemplo, quieres aprender a pintar y lo único que ves es un cuadro terminado, es lógico que no va a ser tan fácil que empieces a pintar. En cambio, si te imaginas cada brochazo y color que le vas a colocar, sin pensar en el resultado, es más fácil que te animes a empezar.