Me vino a la mente un escrito de mi amigo de Cáceres, un hombre que se forjó en los años de aquella dictadura que ni él quería entender, porqué era un hombre de pocas palabras, rudo y cosido bajo la aureola de formar una familia, comprarse una casa y que le dejaran vivir lejos de su tierra.

El cacereño

Fueron unos años muy difíciles, trabajaba como solo él sabe hacerlo. Era un hombre de muy pocas palabras; él mismo lo comentaba; no he venido a que me regalen el pan, he venido a ganármelo, era un hombre rudo y de sol a sol cumplía su objetivo que no era precisamente escribir o leer libros; pasaron muchos años y el cacereño se hizo un lugar en esta tierra, él siempre dijo soy cacereño adoro mi tierra son mis raíces; cuando vine iba perdido sin saber donde iba a otro lugar que encima hablaban diferente.

Mi salida de Cáceres no era casual; era una necesidad, allí la gente se moría de hambre era bochornoso ese -espectaculo, ver como la gente sufría y encima no tenía trabajo; cogí cuatro bártulos a mi mujer y mis tres hijos y me lié la manta a la cabeza; dejando mi tierra con esas lágrimas que brotaban en mis mejillas.

Catalunya

Corrían tiempos difíciles; sus hijos eran pequeños y no entendían esa postura de su padre, era el año 1992 se esperaba un acontecimiento en la ciudad Condal, se iban a celebrar unos juegos olímpicos; la ciudad se había vestido de gala para la ocasión; en toda Catalunya se vislumbraba ilusión y mucho trabajo.

Catalunya era un gran espejo a nivel mundial, recuerdo que la gente España entera; era un foco de esperanzas, la política nunca fue el faro de mi atención; en aquellos tiempos el president de la Generalitat era Pascual Maragall, España y Catalunya vibraban juntas y mi familia vivió todo aquello en aquellos tiempos.

¿Que ha pasado?

Mi amigo el cacereño y su familia vivía en una Catalunya rica de trabajo, es cierto doblaba el lomo de mala manera había venido a hacerse un hueco a base de curro, él no era de libros. Se forjó su destino de sol a sol, todo lo que consiguió lo consiguió gracias a su esfuerzo, se compró una casa en un barrio obrero de Catalunya, empezaba a amar a esa tierra, no era su tierra; estaba viendo que aún no siendo su tierra; esa tierra tenía algo como la suya la amaba.

No entendía que durante tanto tiempo y la gente que no la conocía quisiera pisarla y agredir a su gente porqué quisiera una vida diferente a la que conocía, mi amigo cacereño no era de libros... El hijo adoptivo de Catalunya era de Cáceres.