Generalmente, las fobias se originan a partir de un ataque de pánico (una súbita indisposición física y mental, que provoca falta de aire, temblores, palpitaciones aceleradas, sensación de terror y falta de autocontrol). Estos ataques aparecen sin motivo aparente, aunque algunas sustancias como cafeína y drogas ilegales pueden desencadenarlos.

Aunque no todas las víctimas de ataques de pánico llegan a desarrollar una fobia, para algunas personas el incidente es tan aterrorizante, que resulta suficiente para crear el trastorno. Inconscientemente, hacen lo que sea con tal de no experimentar otro episodio, y así desarrollar un temor incontrolable hacia cualquier cosa que relacionen con la situación, objeto o animal responsable.

En otras palabras, a un nivel subconsciente unen el temor a tener otro ataque de pánico con cualquier objeto o experiencia que inicialmente creó el terror.

¿Por qué unos si y otros no?

La mayoría de las víctimas de fobias son mujeres. Las fobias son la enfermedad psiquiátrica más comúnmente diagnosticada entre las mujeres (tal vez los hombres las sufran igual, pero sean más reacios a buscar ayuda). Y aunque los síntomas suelen presentarse por primera vez en adultos jóvenes, también pueden aparecer a cualquier edad.

Las hormonas femeninas pueden explicar por qué las mujeres se aterrorizan más que los hombres. Muchas se sienten ansiosas antes de su periodo o durante la menopausia, cuando los niveles de estrógeno y progesterona fluctúan.

Los científicos por su parte, creen que esas hormonas están vinculadas con la extrema angustia que sienten las victimas de fobias durante un ataque de pánico.

Se dice que la gente con mayor sensibilidad a la cafeína tiene más riesgos de sufrir ataques de pánico. Se sabe que la cafeína afecta los sistemas químicos cerebrales, así que esa reacción en cadena siguiere que la causa puede ser un desequilibrio químico en el cerebro.

También puede suceder por una conexión genética: los gemelos idénticos victimas de fobias tienen exactamente la misma constitución genética y por ello, tienen más posibilidades de compartirlas que los fraternales, que solo tienen en común el 50% de material hereditario.

Una cura para siempre

El miedo no va a desaparecer mientras no lo detengas.

Por suerte la mayoría de las fobias son tratables. Si eres capaz de enfrentar el miedo solo o sola (aunque sea con alguna inquietud), puedes vencerlo sin la ayuda de un psicólogo. Un método fácil de exponerte gradualmente a lo que desencadena el ataque. Cuando sientas que se acerca, aléjalo con simples técnicas de relajación, como respirar profundo o imaginarte un lugar que te llene de tranquilidad y paz.

Pero si tienes demasiado miedo de lidiar solo con la situación, o tus intentos fracasan, entonces busca ayuda de un profesional. Y aunque hayas batallado solo, un psicólogo o psiquiatra puede enseñarte a dominar la situación. Estar cerca de un profesional durante un episodio de terror o sentir los efectos de la medicina, puede hacer la diferencia.