gracias. Creo que no existe mejor palabra. Al menos, no que yo sea capaz de encontrarla.

Llevo horas frente al escritorio. Recordando. Todos los momentos vividos. Ese día que nos reímos tanto que nos empezó a doler la tripa, la vez que acabamos empapados por culpa de la lluvia y corrimos a escondernos en los soportales, los nachos con guacamole, la música de fondo, nuestro primer baile y la primera vez que nuestros ojos se miraron. Ninguno imaginamos todo lo que vendría después. Las palomitas, el “¿te vienes a tomar algo?” y, siempre, ese ligero toque de jazz al que huele tu perfume y te acompaña a todas partes.

Ese día que me contaste quién eras. Poco a poco. En cientos de conversaciones que han tocado el alba y se quedaron a ver el amanecer porque ninguna se quería ir a la cama. Ese día que, en verdad, han sido muchos, porque cada día sigues enseñándome algo nuevo. Algo diferente. Algo que no había visto antes. Tienes, y creo que siempre tendrás, esa extraña capacidad para no dejar nunca de sorprenderme.

Para darle la vuelta a la tortilla en los momentos más difíciles. Para hacerme reír o, simplemente, cogerme de la mano y, en silencio, hacer que las cosas parezcan de repente más sencillas. Tienes lo que se dice magia. Porque, aunque cualquiera puede sacarse un truco de la manga, devolver la ilusión está al alcance de solo unos pocos.

Y sé, por propia experiencia, que no es nada fácil.

Ojalá no cambies. Y sigas soñando despierta. Ojalá nunca se agoten tus palabras ni tus ganas de luchar por muy difíciles que se pongan las cosas. Ojalá tu cabezonería te lleve muy lejos y no te haga olvidar que no pierde quien se equivoca sino quien deja de pelear. Que puede que te sientas sola, pero eres la estrella de muchas personas.

Y que si tú te apagas, el cielo brillará un poco menos esta noche.

No te lo digo por compromiso. Sabes que no soporto los cumplidos y detesto decir las cosas por decir. Pero eres especial. Eres la suerte de muchos que solo unos pocos (y, a veces, ni ellos) son capaces de apreciar.

Así que gracias. Por si nadie te lo dice. Por si se te olvida que no hay nadie como tú.

Por si te apartan la mirada y te hacen pensar que no vales nada. Porque eres un regalo. De esos que te da la vida y es infinitamente mejor que cualquiera de las cosas que uno podía haber imaginado. De esos que te recuerdan las cosas importantes de la vida. De esos que en los momentos tristes siempre son capaces de sacarte una sonrisa