El problema de tener supersticiones es que tienden a cegarnos la verdad. Si estamos convencidos de que algo falso es verdad, es probable que muy difícilmente busquemos más allá de ello una fuente de autenticidad.

Nuevos códigos actuales

Si consideramos las Antiguas Enseñanzas como encarnadas en las Grandes Tradiciones Religiosas del mundo y como una posible fuente de auténtica y objetiva verdad, lo primero que debemos hacer es abandonar nuestra supersticiosa creencia moderna en el progreso y en la evolución.

Como veremos, hay un montón de otras "creencias" supersticiosas que también deben ser abandonadas. Entre éstas se incluyen nuestra moderna visión de la naturaleza del hombre, nuestros falsos conceptos igualitaristas, nuestros ideales socialistas y utópicos, nuestras actitudes familiares, nuestra moral, o más bien nuestros códigos inmorales, nuestra fe en la ciencia y nuestra actitud hacia la religión.

Como alguien comentó una vez, esto es la "bola de nieve". Recuerdo muy bien cómo mis compañeros de universidad -y más tarde, cómo algunos de mis colegas profesionales- me miraban por encima del hombro por ser Católico.

Se me acusaba de no pensar ya por mí mismo. Ahora bien, la idea de que es bueno pensar por sí mismo es otra superstición moderna. Para exponer la cuestión con más claridad, yo os pediría que imaginarais una clase de estudiantes de matemáticas diciéndole al profesor que ellos no están de acuerdo con sus respuestas porque ellos están aprendiendo matemáticas "por sí mismos". No, pensar por sí mismo no es una cosa saludable.

¿Cómo pensar?

Lo que debemos hacer es aprender a "pensar correctamente", pero no a pensar "por nosotros mismos". La función de las Antiguas Enseñanzas es ayudarnos a hacer precisamente esto, pero esto lleva tanto trabajo como disciplina. Nosotros tenemos, por supuesto, la "libertad" de pensar por nosotros mismos podemos pensar de la forma que queramos.

Pero nosotros no tenemos derecho a hacerlo, ya que el error no tiene derechos. Nosotros no acusamos a los adherentes religiosos de no ser capaces de pensar por sí mismos. El actual alegato es que ellos han dejado que "les laven el cerebro".

El lavado de cerebro implica que los pensamientos y actitudes de uno pueden ser influenciadas, si no controladas, por fuerzas externas. Tanto las religiones como los cultos, por no hablar de los sistemas políticos son acusados de usar varias técnicas para hacer esto. ¿Se han dejado lavar el cerebro los individuos que se adhieren a las Antiguas Enseñanzas como encarnadas en su integridad en las Grandes Tradiciones Religiosas? Antes de contestar a esta pregunta permitidme señalar que todos, hasta cierto punto, tenemos lavado el cerebro.

Todos los días nuestras mentes son bombardeadas por los medios de información, por la televisión que los americanos ven como promedio durante 60 horas a la semana, por las novelas populares y por aquellos con quien tenemos un contacto diario.

No me cabe duda de que la mayoría, si no todas estas entidades, aceptan un punto de vista antireligioso, liberal-humanístico y más o menos escéptico-ateo. Además, las presiones de la vida moderna son tales que, en el poco tiempo libre que tenemos, la mayoría de nosotros nos exponemos a estos medios de una forma completamente pasiva y nada crítica. Nosotros dejamos, en lo esencial, que locutores, políticos y escritores en boga nos digan cómo pensar, y aún así nos sentimos orgullosos de que estamos pensando por nosotros mismos.

Si no vemos esto como un lavado de cerebro, es porque estas fuentes satisfacen nuestros egos y encontramos el pábulo ofrecido aceptable y agradable.

Por otro lado, una madre que enseña su fe ancestral a sus hijos y el brahmán que insiste en la pureza ritual y en las restricciones de casta, serían también culpables de lavar el cerebro. Pero en este punto muchos encontrarían la aplicación sumamente inaceptable.