Antes que se acabara el domingo 8 octubre, ya figuraba en la prensa de la BBC, según la coordinadora general del El Partido Demócrata Europeo Catalán (nombre actual de coaliciones y partidos independentista anteriormente fracasados, el presidente autonómico pertenece a este partido), que Puigdemont haría una “declaración simbólica” de la independencia el martes 10 de octubre. Tengo la impresión que esto se hizo para dar un poco de tranquilidad al mercado internacional, aún así el lunes las noticias eran sobre las 500 empresas dejando Cataluña. El martes Puigdemont, presidente de la Generalitat de Cataluña, asumió “el mandato del pueblo” de ser un estado independiente y suspendió seguidamente lo que llamó la declaración de la independencia recién declarada.

No sé si es inteligente la jugada, pero ha sido muy listo, eso sin duda, ha sorprendido a todos y ha dejado a todos perplejos, sin desarmar el precario equilibrio de fuerzas de su coalición.

Un precario equilibrio mantiene unida a lo que podría ser una mayoría pro independentista, un pacto bastante amplio, lo suficiente para luchar por conseguir la independencia mediante un Referéndum, sin este pacto, el independentismo nacionalista, vinculado a una extraña historia con el gobierno central desde 1978, no podría montar todo este espectáculo. El pacto abarca la extrema izquierda y la extrema derecha de Cataluña, y una multiplicidad de actores sociales de base.

Desde hace muchos años que se juega con las expectativas de las personas de Cataluña, hasta que finalmente el ambiente de desidia política propio de nuestra época de democracias bipartidistas, de elecciones no representativas de los deseos de las personas.

Tanto desde el punto de vista de las opciones, como de los resultados. Les ha llevado a esta situación.

Manifestación a favor de España

Para la manifestación de la unidad de España, y el posterior 12 de octubre, las imágenes de los manifestantes se trasladaron a lugares donde llegan los transportes por tierra nacionales, las imágenes de los autobuses especiales eran el centro de la noticia.

En las calles de Barcelona donde la diversidad cultural es próxima y marca la pauta de la cotidianidad, quienes venían de fuera se hacían notar, con su propia manera de ser, manera de ser que también forma parte de la diversidad cultural, en la que se vive en la ciudad. Pero ese día se notaban más. Se portaron bien el primer día los nacionalistas españoles, quizás por los múltiples llamados contra el nacionalismo, en los discursos y en el de Vargas Llosa especialmente (curioso personaje, que nota al margen, aparece siempre donde nadie se lo espera).

Lo paradójico era que mucha de esa gente se trasladó a Barcelona, a esa manifestación justamente a hacer patria, pero a diferencia de otras veces, acabó sin incidentes, esto me hace pensar que quizás también esto se debió, a que había una mayor diversidad de personas en esta manifestación, y que los nacionalistas se vieron aplacados con las palabras antinacionalistas y por la presencia de esta mayor diversidad. Pero el 12 de octubre, ya no fue tan así. La pelea en una esquina al lado de Plaza Cataluña, dio la vuelta al mundo, hasta donde yo sé la pelea fue entre nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes, no independentistas. Dependiendo el medio, el país y el posicionamiento respecto al conflicto y quizás también debido a la distancia, la noticia variaba de versión.

Un futuro incierto

El panorama es complejo, desde la perspectiva de la energía del pueblo, la Generalitat encabeza efectivamente un movimiento ciudadano, pero su planteamiento adolece de falta de racionalidad. Pues para cualquier persona razonable, por muy loable que haya sido la realización del Referéndum, el 1 de octubre, este carece de valor legal, tan solo por la manera irregular, en que fue realizado.

La primera semana el Gobierno Central se mostró absolutamente reacio a cualquier posibilidad de diálogo en torno a la posibilidad real de una futura independencia de Cataluña. Sin embargo hoy ya jueves, he leído por ahí que se ha mostrado abierto a la idea de elecciones. Pienso que Cataluña se ganó el derecho a un referéndum y que eso es lo mejor que puede sacar de todo este zapateo.

En general, la mayoría de los catalanes que conozco estarían felices con una independencia, y la prefieren, a seguir con una relación con el estado central que no satisface a la mayoría de las personas. La diversidad de razones van desde viejas heridas abiertas, a las que por mucha tierra que le tiren encima, no acaban por desaparecer los muertos del franquismo. Otras razones tienen que ver con las cadenas de corrupción devenidas de la falta de procesos de justicia e investigación, a propósito de vinculaciones políticas con esos mismos años. A poco andar en una conversación, las personas se quejan por la corrupción del gobierno central y la monarquía. Es por eso que un sector muy amplio del espectro político social de Cataluña, se organiza en torno a esta figura del presidente de la Generalitat, un periodista con una carrera política y profesional vinculada al mismo partido de los anteriores Presidentes de la Generalitat, descubiertos en serios casos de corrupción.

Sin embargo, fue aceptado por una alianza política y ciudadana amplia, él en si mismo les tiene sin cuidado, por el momento, quieren ver lo que va hacer.

Un sector está dispuesto a aceptar la independencia de su mano, y luego en el peor de los casos seguir igual, tratando de cambiar las cosas, pero al menos ya serían independientes, es que con España encima les resulta imposible-dicen. Otro amplio sector de la opinión es bastante más pueril, acepta convencida los argumentos a favor de la independencia, imbuidos en una diversidad de razonamientos económicos algunos tan básicos y simplista en sus planteamientos, que no admiten ni ser repetidos. Este es quizás el sector de la opinión que más fácilmente cambie de opinión a lo largo de los días, ya que de hecho no constituyen una opinión, sino una serie de creencias ampliamente difundidas.

Este sector de la opinión pública nacional con cada día que pasa, junto con el común de los catalanes de mayor conciencia, se cuestionan si están dispuestos ha conseguir la independencia a cualquier costo.

Parte de lo que llamaría la propaganda de esta alianza por la independencia, hizo siempre referencia a la permanencia de Cataluña en la UE, y refleja también la existencia de una destacada aspiración catalana de ser Europa. Pienso que este amplio pacto liderado por Puigdemont, se sostiene más allá de los sectores políticos en alianza (que casi configuran una circunferencia de derechas a izquierdas) En la existencia efectivamente de un amplio sector que ve la independencia como una necesidad, la diversidad de razones son muchas, puede que no sean mayoría (no lo sabremos hasta que se haga un referéndum bien), pero es una aspiración en la que se mezclan personas de pensamientos muy diferentes, y quizás lo más importante, con diferentes aspiraciones en torno a esta independencia.

Eso si, sin programa.

La situación en realidad descansa sobre una ciudadanía, que quiera o no la independencia, no está dispuesta a perder su situación económica por esto. Y menos siendo que finalmente el partido político al que pertenece Puigdemont , es el mismo partido corrupto de toda la vida. Me pregunto por esas personas que votaron o que aún quieren votar, el catalán de a pie, que tiene el estómago revuelto por la tensión de estos días, y que son como siempre las únicas víctimas de las intrigas políticas, que un grupo de bufones y bufonas, han preparado para ellos. Para hacerles correr tras el dulce de la independencia, que les cuelga de un hilo justo tocando sus narices.

Generará alguna fuerza política social catalana un salvavidas político que siente un precedente para los ciudadanos? O al menos un salvavidas racional? O todo se desvanecerá en el aire, como el humo? O volverá a ser Barcelona una ciudad asediada?