Registros, detenciones, concentraciones, marchas y lo que seguirá ocurriendo hasta el 1 de octubre y después. Todo por el inmovilismo de un gobierno que se hace fuerte, siempre lo ha hecho, bajo la ‘no decisión’. Hace ya un tiempo, en 2013, Mariano Rajoy dijo que “a veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión y eso es también una decisión". Pese a su común confusión a la hora de expresarse, no le faltaba razón pues es algo que se usa en política y que al Partido Popular le ha salido bien en muchas ocasiones, pero no en esta.

Ahora resulta que ni los que piensan como el propio gobierno respecto a Cataluña pueden expresar su opinión.

No solo la gente que viva en Cataluña sino en todo el Estado español. En su momento se podría haber hecho un Referéndum en todo el ámbito español sobre el tema catalán, pero, ¿para qué? La población ya vota en las elecciones, no hace falta que opinen más veces, ¿verdad?

En gran medida la culpa, de que no se quiera hacer un referéndum en todo el territorio español, es de los dirigentes de Cataluña ya que el referéndum debía ser de autodeterminación. La otra parte de culpa es de un gobierno estatal que no fue capaz de buscar una solución y prefirió la ‘no decisión’ utilizada en multitud de ocasiones. La terquedad, o cabezonería, que caracteriza la cultura mediterránea se muestra en la política actual ya sea para formar un gobierno de coalición o para solucionar una disyuntiva territorial.

El problema de raíz es la división de la sociedad, ¿por qué siempre hay que dividir? O eres un español patriótico o eres un separatista rompe-españas; o eres un facha/fascista o un catalán que busca la libertad. Siempre hay que elegir bando y ahora se apela a la ‘democracia’ desde los dos bandos, por el bien de una democracia que no existe.

No vivimos en democracia por mucho que se le quiera llamar así.

La falsedad de vivir en una democracia provoca que cualquier resquicio de valor democrático y participación del pueblo tenga que ser de obligado cumplimiento. Por ello, el sistema político actual se llama gobierno representativo. En una democracia esto no pasaría ya que la propia población estaría votando diferentes medidas de un gobierno no elegido por el pueblo, sino elegido a sorteo entre personas ilustres que habrían pasado una serie de pruebas.

Es decir, que se apela a algo que realmente no existe y lo que realmente se puede considerar democrático, el referéndum, no se podrá disfrutar porque no se negocia. Da igual donde viva, pese a que vivo en Barcelona, el problema es que no puedo disfrutar de un mínimo valor democrático porque lo más fácil es ser terco e imponer una idea, a la población y a los rivales políticos.