En palabras de Morín, la unidad de la especie humana ha sido continuamente cuestionada a lo largo de la historia por el etnocentrismo, el sociocentrismo y el racismo. Frente a estas tendencias, el humanismo ha afirmado la idea de la unidad del hombre y lo ha considerado como un ser superior, digno de honra, respeto y poseedor de un elenco de derechos (derechos humanos) inalienables.
Esta visión antropocéntrica, ha generado en el planeta dificultades para el ser humano interactuar con los seres de su misma especie y otros seres vivientes, que él considera inferiores, alejándose de la realidad de la cadena alimenticia, abandonando una postura ecológica, en la que todos tienen un valor sin importar la posición que ocupan, pues,en realidad existe una interdependencia entre los seres vivientes, en lo biológico, psíquico, social, entre otros.
En este orden de idea, el autor antes citado, afirma, no hay que oponer unidad y diversidad de manera que tomemos una como principio y desechemos la otra como fenómeno secundario o como epifenómeno. Hay que escapar a la alternativa excluyente y buscar el vínculo entre unidad y diversidad. De igual manera, el autor, nos sugiere tener una mentalidad más integral y multidimensional para apreciar los fenómenos.
También, invita a abandonar el conocimiento fragmentado, disyuntivo y señala la religazón, buscar lo que nos une, pero comprender los antagonismos. Morín propone, para vincular unidad y diversidad es necesario, descartar la idea, desprovista de cualquier fundamento, pero aún vivaz en la provincia de las ciencias del hombre, según la cual la biología sería el reino de la unidad rígida de la especie, mientras que la sociedad y la cultura serían el reino de la libre diversidad.
Por otra parte, hace referencia que la sociedad universal debe basarse en la diversidad y no en la homogeneidad. Dicho de otro modo, la nueva civilización no podrá fundarse sobre la imagen hegemónica del hombre blanco, adulto, occidental; por el contrario, debe revelar y despertar el fermento civilizacional femenino, juvenil, senil, multiétnico, multicultural.
Es por ello, que la educación del futuro deberá velar por que la idea de unidad de la especie humana no borre la de su diversidad, y que la de su diversidad no borre la de la unidad. Existe una unidad humana. Existe una diversidad humana.
Reflexionar desde la visión biológica es hacerlo con un conocimiento fragmentado; la unidad no está solamente en los rasgos biológicos de la especie homo sapiens.
La diversidad no está solamente en los rasgos psicológicos, culturales y sociales del ser humano.
Es la unidad humana la que lleva en sí los principios de sus múltiples diversidades. Comprender lo humano, es comprender su unidad en la diversidad, su diversidad en la unidad. Hay que concebir la unidad de lo múltiple, la multiplicidad del uno.
En el caso de Venezuela, la población está originada de la combinación de los africanos, indígenas, españoles, más adelante, de todos los inmigrantes que llegaron al país con la esperanza de un mundo mejor, aportándole al venezolano la diversidad que se observa en la actualidad.
Por consiguiente, la educación deberá ilustrar este principio de unidad/diversidad en todos los campos.
Con desconocer la unidad/diversidad no se niega la existencia porque siempre estará presente en las aulas de clase, en la sociedad, la familia, entre otros.
Morín, E. (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro.Caracas: ediciones/FACES/UCV.