El 1 de agosto de 1973, la Alianza Nacional para la Paternidad Opcional celebró el Día de los No Padres, galardonando a un hombre y a una mujer, sin hijos. Posteriormente, desde el 2013, la fecha ha sido retomada como el Día Internacional Childfree, y los grupos involucrados reconocen a personas sin hijos que hacen importantes contribuciones al bienestar de otros. Así que este día, y este mes, es un tiempo especial para los que decidimos vivir así.
Ser childfree no es fácil. En un mundo donde el culto al pronatalismo domina desde la publicidad, hasta la religión, el debate en las charlas de café puede incluso ponerse ofensivo y violento.
En pleno siglo 21, mientras la tecnología, la ciencia e incluso los derechos humanos han avanzado innegablemente, la mujer sigue atrapada en un esquema trazado hace cientos y miles de años, donde se le sigue viendo como un ciudadano de segunda, incompleto y con una única función importante que cumplir: reproducirse.
¿Eres childfree o childless?
Primero, es importante hacer una distinción entre el concepto “childfree” (libre de hijos) y “childless” (sin hijos).
A mi modo de ver, jamás se deben confundir estos términos. “Childless” se aplica principalmente a las personas que por circunstancias ajenas a su voluntad, no pudieron procrear.
Mientras que las personas “childfree” no tienen hijos por elección personal.
Los sentimientos, motivaciones y modos de enfrentar estas realidades cotidianamente, son totalmente opuestos, pues unos luchan por la resignación mientras que otros disfrutan y aman su no paternidad.
Las personas childless tienen que aprender a vivir de esa manera, y además enfrentar los cuestionamientos frecuentes, pues la gente hoy en día ha perdido gran parte del sentido del respeto a la privacidad, y juzgan y preguntan sin considerar que ni siquiera es asunto suyo.
El egoísmo de no querertener hijos
Este es el arma de ataque más común hacia nosotros, y no tiene una respuesta simple.
Primero, ¿Cómo se puede ser egoísta hacia una persona hipotética, que ni siquiera existe?, pero dejando esto de lado, la respuesta sería: Si vivir mi vida a mi manera, persiguiendo mis sueños y haciendo lo que me hace feliz es ser egoísta, entonces lo soy.
Pero si esa es la idea de egoísmo, ¿no son egoístas todas las decisiones que tomamos? Si estudiaste arquitectura en vez de dedicarte a rescatar niños pobres, si te fuiste de vacaciones el verano pasado en vez de regalar el dinero a una ONG, incluso, si decidiste tener hijos, en vez de adoptar, habiendo tantos niños sin hogar en el mundo.
Al final, como señaló Jennifer Aniston hace unos días, las mujeres somos seres completos, capaces de elegir y vivir nuestra vida como mejor nos parezca.