Esta es mi experiencia como médium después de estos años. Eso no quiere decir que todos los médiums pasen por lo mismo, pero esta cara nunca se cuenta, y al igual que tiene cosas positivas también tiene negativas.
Ser médium no tiene nada que ver con lo que pintan en las series, películas en la ciencia ficción, por eso acude a nosotros mucha gente con la idea equivocada. Uno nace y crece con ese don, pero llega un día en el que aflora todo y te das cuenta de quién eres, a partir de ese día sufrimos varias trasformaciones y aprendizajes.
Yo por ejemplo cuando nací ya les dijeron a mis padres que llevaba una marca, el camino de las estrellas y que había sido mandada a este mundo por una razón.
Pero hasta la adolescencia no empecé a notar ni sentir que era médium. Luego te das cuenta que sí que lo había sentido antes pero que no le había echado cuentas. Desde hace varios años voy al psicólogo, “si lo dijo en voz alta” no es nada malo, mi psicóloga conoce todos mis secretos jamás le he ocultado quien soy o lo que soy, y no estoy diagnosticada de esquizofrenia ni ninguna enfermedad mental.
Así que acudir y que me digan no estás loca para mí fue un alivio. Gracias a su ayuda supero varios obstáculos que me ponen estos dones, y os preguntareis ¿cuáles? Cuando uno “despierta espiritualmente” eso hace y provoca que vea y sienta cosas que otras personas no. Salir a la calle es un reto cada día, sientes emociones de las personas con las que te cruzas, oyes o ves situaciones que han ocurrido en la mismo banco donde estas sentada etc.
Todo esto me provoca un estrés y ansiedad muy grande hasta el punto que hubo una temporada que sufría ataques de ansiedad muy fuertes y me pase varios meses que no quería ni salir de mi casa.
Muchos médiums que no aguantan esta situación o que no aceptan sus dones, acaban evadiéndose en pastillas, alcohol o incluso drogas, he visto varios casos, y eso hace que todavía se agrave más la situación.
Ir por la calle o algún lugar supone ponerte en el escaparate de los espíritus y que luego se venguen y se enganchen a ti. Los médiums somos como una bombilla encendida entre millones de personas.
Un ejemplo que me ocurrió esta misma semana, fui de visita a una casa, y cuando llegue a mi casa sin más empecé a sentir me mal y tener fiebre, mis amigos me decían ya te has traído un inquilino nuevo, y efectivamente, la fiebre en cuestión de segundos desapareció, y como este mil casos así me han ocurrido.
Los médiums somos esponjas y absorbemos los sentimientos de las personas que están cerca o de los que ya no están. Y qué decir de cuando estas con una persona que te pone una cara pero tu incluso estas oyendo sus pensamientos y sabes que le caes como el culo…. Esto me ha ocurrido varias veces, porque te empeñas en engañarme si sabes que soy médium, vidente etc. A veces sin querer, porque es un don que no he querido desarrollar, oigo lo que piensa la gente. Y la parte que creo que es la más dolorosa, es ser médium ver espíritus, y que tengas seres fallecidos a los que amas, pero no los veas o no se les permita comunicarse contigo.
Y por último punto, la gente contigo. Acude muchísima gente a ti, pero la gran mayoría solo quiere de ti tus dones, no eres una persona para ellos, eres un instrumento, por eso el don de la mediumedad decidí no compartirlo con más gente que no sea la de mi alrededor, no quiero ser el teléfono que use la gente con el mas allá para hablar con sus seres, también porque hacer esa práctica conlleva muchísimos riesgos para mi persona y eso los demás no lo entienden. Seguro que se me olvidan mil cosas, por explicar, pero estos son los puntos negativos principales de este don.