En Lima se ha producido una de las mayores manifestaciones pro-vida del planeta, y es que se han sumado mas de medio millón de peruanos para reivindicar el derecho a vivir y para condenar el aborto, legal en muchos de los países del mundo.
La marcha recorrió la avenida Brasil, una de las principales arterias de Lima y terminó frente al mar de la capital de Perú, en la explanada de la Costa Verde.
Los manifestantes tenían un mensaje claro, y es que repetían una y otra vez "Si a la vida, no al aborto"
La reacción del Papa ante una concentración tan inmensa no se ha hecho esperar, y es que ha mostrado su total apoyo, como es normal, ante los ideales expuestos en dicha manifestación. El Papa aprovechó en un mensaje para mandar saludos a todos los presentes en la marcha por defender y promover el bien fundamental que es la vida humana, palabras textuales del Papa Francisco fueron "¡Viva la vida!"
Todo esto se podría considerar como un acto de bondad, ya que defender la vida es algo que todo aquel que se considere ser humano debería de hacer, pero la hipocresía de muchos de estos manifestantes que consideran ser pro-vida y de la propia Iglesia radica precisamente en esto, en la vida, pues solamente defienden el derecho a nacer ¿que significa esto?
muy sencillo, que solo defienden la vida del ser humano hasta que nace.
¿Cuantas personas mueren de hambre en el mundo mientras que la Iglesia se sigue enriqueciendo a costa de una gran multitud de ignorantes? ¿Por qué todas esas personas que se manifiestan en contra del aborto no se concentran también en contra de la pobreza mundial que existe?
"Defenderemos tu derecho a la vida hasta que nazcas" parece ser que esta gran hipocresía se resume en esta frase tan simple, pues a diario vemos que multitud de obispos condenan el aborto y la homosexualidad más que el propio hambre.
La manifestación producida en Lima no deja de ser un acto hipócrita, alguien que se considere pro-vida debería de luchar por los derechos y la vida humana no solo cuando el bebé se encuentre en el vientre de su madre, sino también cuando nazca, deberían de luchar y exigir que ese recién nacido tenga una vida digna, pero no es así, y la hipocresía de la propia Iglesia, que se enriquece mientras millones de personas pasan hambre y las manifestaciones anti-aborto (la mayoría de las personas son de derechas) reside precisamente ahí.