El consumo de medios de comunicación constituye ennuestras sociedades, un importantísimo componente de la vida cotidiana.Elaboran nuestra forma de pensar, de sentir, las modas, el lenguaje... nuestracultura, y con ello, nuestra conciencia, son determinados por ellos.
Indudablemente tienen una influencia directa sobrenosotros, y esto repercute perjudicialmente en nuestra sociedad.
El objetivo primordial de las instituciones y organismosmediáticos no es el de ofrecer al ciudadano una calidad informativa basada enla veracidad, la pluralidad y el contraste de hechos.
El verdadero propósito esel de conducirnos hacia unos sesgos determinados, tratando de educarnos en baseal pensamiento único, es decir, moldeando y uniformando el pensamiento de todoslos individuos.
Han conseguido crear una hegemonía inclinada al dominio yla persuasión, y por ello se debe alertar al ciudadano de que las informacionesque recibimos diariamente a través de los medios de comunicaciónconvencionales, están muy alejadas de la veracidad e imparcialidad, y cada vezmás apuestan por el adoctrinamiento ciudadano.
La solución es complicada, pero se erige fundamentalmenteen la educación. La formación, desde la infancia, para configurar un espíritucrítico y racional que permita al ciudadano sintetizar y reconducir el ingentecúmulo de informaciones que llegan continuamente a él, enfrentándose así a larealidad mediatizada.
A su vez, están surgiendo medios en los que losciudadanos son los que toman la voz. Individuos desvinculados del mundomediático que tratan de desbancar a los líderes de opinión pública y dar supropia visión sobre el mundo y sus acontecimientos.
Este, sin duda, puede ser el comienzo del cambio depoderes y el camino hacia el fin de la manipulación.
Podremos quedarnos con las informaciones ofrecidasdiariamente por los medios, cargadas de contradicciones y mentiras sutilmenteconfiguradas, o contribuir a crear una sociedad realmente libre en la que todosparticipemos en la construcción de nuestro mundo.