Rosa Grau es de esas autoras que conquistan a través de sus palabras pero, sobre todo, a través de lo que hay tras ellas, en esas interlineas donde se ve la verdadera firma del autor.Mujer de trato amable, vital, tal como se desprende de sus redes sociales, también suele tener momentos para la reflexión profunda, de dónde han salido algunas de sus novelas y, al mismo tiempo, su carácter jovial, hace que pueda arrancar sonrisas aunque esos temas principales que la inspiraron sean realmente serios.

Aficionada a la jardinería, amante de los animales y de la lectura, adicta al chocolate, Rosa ha vivido a caballo entre su Alicante natal y Surrey, según la estación de año, y para ella, la alegría es tan importante que valora, sobre todo, saber que sus Libros han arrancado más de una sonrisa.

Para Rosa, lo más bonito, es saber que sus novelas han arrancado sonrisas

- Llevas ya tres novelas publicadas ¿Cuál te ha proporcionado una mayor satisfacción?

Todas ellas. Y más teniendo en cuenta que nunca me creí capacitada para escribir una novela. Cada vez que termino un libro me digo a mí misma que eso no lo he escrito yo, que debe de haberme poseído el espíritu de mi abuelo porque al hombre le encantaba escribir.

- Un puñado de amigos y dos cerezas la escribiste después de una reunión de antiguos amigos y de la necesidad de guardar recuerdos ¿en qué te inspiras para escribir?

En nada en concreto. Un día te surgen preguntas en la cabeza, tipo «¿Qué sentirá una persona cuando muere en una mesa de quirófano y luego consiguen reanimarla?¿Recordará haber muerto, aunque solo sea unos segundos?

¿Es cierto que verá su vida pasar ante sus ojos?», y a partir de ahí desarrollas toda una trama. De una de estas preguntas surgió Pon un fantasma en tu vida.

Rosa Grau: "Antes me dedicaba a vivir la vida"

- En redes sociales eres muy activa y natural, ¿qué importancia tienen las redes sociales para los autores actuales?

Por desgracia, mucha.

Actualmente, es el autor quien debe darse a conocer. Las editoriales, quizá por la crisis que atraviesan desde hace años, buscan rostros mediáticos. Y las redes son una buena herramienta para que los lectores te identifiquen y hagan una relación de ideas. Eres conocida, te sigo; escribes, te leo; y si además me caes bien, te recomiendo.

Es lo que hay.

-¿Qué autores te han influido a lo largo de tu vida? ¿Quién de ellos te empujó a escribir novela?

De niña, Enid Blyton; de jovencita el abanico se amplió. Agatha Christie, Jane Austen, Daphne du Maurier, Jack London, Víctor Hugo, Robert Louis Stevenson y decenas y decenas más. Pero ninguno me empujó a escribir. La escritura surgió cuando tuvo que surgir, y ya de mayor y cuando menos lo esperaba.

-Recuerdo un video tuyo de hace unos años en que, frente a una crepitante chimenea, reflexionabas sobre la soledad del escritor y de sus pequeños placeres diarios, ¿crees que se puede escribir sin aislarse un poco del mundo y de los “ruidos”?

No sé cuáles serán las necesidades del resto, yo sí necesito aislarme.

De hecho, cuando mejor trabajo es a las cinco de la madrugada, cuando el mundo duerme.

Para Rosa la fantasía es algo básico en la vida e imprescindible si se escribe novela

- Háblame de tu nuevo libro que salió a la venta este 17 de junio.

Se titula Con M de Mar y es una pasada de novela. Quizá de éste sea del que esté más orgullosa, tal vez porque lo escribí pensando en mi hijo. Por otro lado, ha sido un reto romper con los convencionalismos y lo comercial; pero hice lo que quería hacer cuando apeteció hacerlo. Ahora, como siempre, la última palabra la tiene el lector.

- Cómo ha sido escribir una novela que, como tú dices, habla de la muerte desde la perspectiva de la propia muerte y además con humor.

Para entender la vida primero tienes que entender la muerte. Y a la muerte sólo se la entiende cuando le has visto la cara y has mantenido más de una conversación con ella. Y no hablo de pérdidas de seres queridos; por ese amargo trance pasamos todos, unos antes otros más tarde.

Hablo de tratar con ella en primera persona. Primero asusta, luego aprendes a aceptarla, y por último, y puesto que hay que asumir que la muerte forma parte de la vida, dejas de temerla y la humanizas, la dotas de los mismos sentimientos que compartimos todos. ¿Y qué mejor enfoque que desde el sentido del humor, ya que el sentido del humor es lo que nos mantiene donde queremos estar?