Nos ubicamos en Andalucía, Manolo tiene un burro (Gorrión) y varios perros… lobita, lobito… tiene entre ceja y ceja un viaje, ir América con su burro y realizar el camino que llevaron a cabo los Cherokee, cuando les echaron de sus tierras, una amplia travesía desde el Este al Oeste de los Estados Unidos; he aquí la historia. Manolo tiene dos pasiones, sus animales y sus largas travesías, es un viajero contador de historias –pues riza la virtud del verso, en los encuentros con el paisanaje. Lo suyo es andar para huir de toda la patraña. Su hija es maestra, y se preocupa claro, de la salud de un hombre de 73 años que aún quiere vivir su vida.

El problema es cómo embarcar un burro en un barco y cruzarle el charco… esto le tiene preocupado. Hay que buscar un patrocinador y ese va a ser Cocacola… pero la película es otra cosa, es un viaje por imágenes, una historia del oeste quijotesca. Un hombre lúcido y un burro más sabio … lobita igual y la cámara que se acerca a este trozo de humanidad en extinción, como el que se encuentra y pide permiso, y el otro deja, para mirar el mundo, como un cuadro que surge de su propia mirada. Los cuadros resultantes son hermosos, como un hombre jubilado lucha por su sueño, y al fin y al cabo como el destino no importa pues es el viaje el verdadero sino. La cámara siempre fija y la mirada siempre al frente. La vida es como es, como la vemos no como nos dicen que es.