Este particular director es incapaz de dejar indiferente al espectador. Autor de prodigiosas obras, como la vertiginosa y soterradora Réquiem por un sueño, o la envolvente Cisne Negro, este maestro de la profundidad humana nos sumerge, una vez más, en un film apasionante, en el que, mediante devoradoras escenas cargadas de simbolismo, se corona una brutal trama con un final artísticamente extravagante.

Darren Aronofsky

La película narra, con inmensa fidelidad a la realidad, tantos pensamientos y sentimientos que surgen en algunas relaciones de pareja que, en ocasiones, resulta aterradoramente acongojante.

Es significativo que el mensaje logre atravesar tal complejidad, sirviéndose más de las imágenes que de las palabras, con un guión simple y fresco.

Quien haya experimentado ese camino particular, no puede más que reconocer que el reflejo de tales vivencias, queda asombrosamente plasmado, con una facilidad íntimamente reconfortante.

Darren Aronofsky se proclama, básicamente, cariñoso y protector progenitor de todos esos hombres y mujeres que, en algún momento, se han encontrado inmersos en una relación amorosa en la que se han sentido abandonados, quizá incluso rozando la locura, por la incomprensión de su propia pareja y la constrictora sensación de soledad en compañía.

Amor insuficiente

La historia relata un principio idílico entre dos personas que deciden entregarse por completo, en cuerpo y alma, el uno al otro, compartiendo un nuevo hogar.

Uno de ellos ejerce un trabajo creativo, y como fuente de inspiración, precisa de una piedra preciosa que guarda con recelo.

La extasiadora paz que la casa respira por los poros (literalmente hablando, he aquí la magia de Aronofsky), no le es suficiente. Cuando unos extraños aparecen de la nada e irrumpen en el hogar, los invita a instalarse, momento en el que el suelo de la habitación principal, circunstancia reveladora y premonitoria, comienza a sangrar.

En la cinta van apareciendo casualmente personajes, que se dedican a ocupar todas las estancias, y el foco de atención se traslada sobre ellos y sus problemas, arrebatando el lugar que le corresponde, exclusivamente, a la pareja. Esto representa la manera en que algunas personas deciden exponer su relación y dedicar el tiempo de calidad a otros, porque, como bien apuntan los guionistas, "ellos lo necesitan".

La línea temporal va más allá, hasta el punto en que la pareja tiene un bebé, nacido en medio de ese mugriento submundo particular, y acaba siendo despedazado por la ansiosa muchedumbre, que inmersa en sus luchas y batallas está destruyendo todo. El amor y sus frutos han sido masacrados.

La pareja olvidada termina muriendo, dejando atrás una piedra preciosa que, guardada con anhelo, se convierte en refugio de inspiración para una nueva relación. Después de todo, existen personas que aún están aprendiendo a amar.