El planeta Salvaje (La planéte sauvage, 1973) el film del cineasta francés René Laloux es uno de los clásicos de la animación contemporánea, una bobina que aunaba un estilo gráfico provocador, entroncado con el protosurrealismo o la vanguardia (El Bosco, Dalí y los trazos de Giorgo de Chirico se pueden vislumbrar en la inspiración de las figuras) y con la impronta pop resultante de la inercia del Submarino amarillo (Yellow submarine, George Dunning, 1968). Ciertas reminiscencias a las figuras de Magritte, bajo los aires hippies y lisérgicos nos mostraban una distopía con final feliz, donde unos gigantes Draags, tenían como mascotas a los pequeños Omms (Hombres).

Los Draags eran criaturas que habían conseguido llegar a altos niveles tecnológicos y gran espiritualidad. Algunos hombres eran los acompañantes domésticos de los Draags, pero otros humanoides se habían liberado de sus opresores, generando grupos de resistencia que gracias a los conocimientos que los Draags habían abandonado (el conocimiento llega por antiguos audífonos draags), consiguen su autosuficiencia y propia tecnología para poder sobrevivir en ese mundo y poder plantar cara a los Draags.

La historia contempla la lucha entre los Draags y los Omms, es la historia por la independencia humana, y la consciencia del ser inferior, al igual que un insecto o animal, bajo la lógica de nuestro propio estatus planetario, que se rebela a su amo.

En este film los Humanos somos las criaturas inferiores, en manos de una conciencia y poder superior, pero que aún sigue generando dolor en los seres. Del resultado final se generará un mundo nuevo, nuestra Tierra, que parece, en esa distopía del 73, comenzar con un futuro esperanzador de fraternidad entre los Draags y los Omms, unidos y en paz en un objetivo común.

La película construye una ciencia ficción distópica o utópica, según se mire, a partir de una idea creacionista que sostiene que la existencia del hombre en el planeta se debe a la intervención de seres superiores, pero desde las variable de la fábula. El film, galardonado con el premio Cannes a la mejor animación, sigue, hoy en día, siendo uno de los grandes referentes de la Ciencia ficción.