Uno de los puntos de debate más interesantes que nos está dejando el actual bombardeo de adaptaciones cinematográficas de superhéroes es cómo están llevando cada una de las dos grandes empresas de cómics norteamericanos a sus personajes a la gran pantalla.

Por una parte está Marvel, que está sacando una enorme rentabilidad de sus adaptaciones entre otras cosas por invertir dinero en aumentar la calidad de las producciones y por otra parte en conseguir que todas las películas que saquen sean pequeños trocitos de un conjunto mucho mayor.

Por otra parte está DC, que en cuanto a personajes no tiene nada que envidiar a los superhéroes de Marvel.

Sin embargo la línea que están siguiendo en sus adaptaciones no es la mejor que podría tomar y nos ha dejado auténticos bodrios como Suicide Squad o Batman v. Superman. Y como las comparaciones son inevitables, es normal que las películas de DC se vean aún más mermadas ante la calidad de las adaptaciones de Marvel.

Las películas animadas de Batman

Sin embargo, en el tema de las adaptaciones animadas, hay que decir que DC sí que está haciendo un buen trabajo. Y no me refiero solo a películas: ahí está también la serie de Teen Titans Go! que muestra un sentido del humor y unos temas muy actuales, desde un punto de vista muy interesante y sin caer en los clichés.

Esto también ocurre en las películas, donde desde los años 90 han apostado por adaptaciones animadas principalmente de Batman y Superman, sus personajes franquicia.

Lo mejor de todo es que en este ámbito apuestan por historias más arriesgadas, por propuestas más singulares, que en imagen real no se atreverían. Uno de los ejemplos más claros fueron las adaptaciones de los míticos cómics de La Broma Asesina (Alan Moore) o The Dark Knight Returns (Frank Miller).

Batman en el Japón feudal

En esta ocasión se trata de una película realizada en Japón, con director japonés (Junpei Mizusaki) e incluso con diseñador de personajes nipón (Takashi Okazaki, creador de Afro Samurai).

Este estilo tan peculiar le da un aire muy diferente a un personaje que, por otra parte, ya ha sido utilizado en todo tipo de situaciones y por todo tipo de autores. Sin embargo, trasladarlo a una época con una personalidad tan característica y a la vez tan diferente al Gotham de Batman, supone un contraste muy interesante y un punto de partida muy original para el personaje.

Además de esto, la calidad de la animación está más que a la altura de Batman. Se ha utilizado un cel shading que permite una enorme libertad por la animación por ordenador, pero que se complementa con un dibujo muy tradicional, con mucho sombreado y unos detalles que lo hacen más propio de ese Japón feudal que evoca. Además los escenarios y sobre todos los fondos abiertos recuerdan todo momento este detallismo y a la vez esas tonalidades planas de los ukiyo-e.

Ese impacto visual es el principal punto a destacar de la película, lo que más llama la atención y lo que la convierten en una gran adaptación del hombre murciélago. No podemos decir lo mismo del trabajo de guion, demasiado plano y demasiado subordinado a las maneras de realizar las películas de acción de los japoneses. Sin embargo se convierte en una película muy disfrutable e imprescindible para todos los fans de Batman.