El Músee d'Ixelles de Bruselas posee una de las colecciones y la cede en esta exposición. Contiene 65 obras: los 33 carteles que el artista produjo más otros 32 de artistas franceses coetáneos.

El París de la Belle Époque:

Lautrec lo evoca como nadie. Ilustró la vida parisiense, de Montmartre, de sus cabarets con sus femmes fatales. Supo asimilar las innovaciones artísticas fruto de la Revolución Industrial.

Se interesó por la creación gráfica y reivindicó el cartel como Arte por mérito propio. Las artes escénicas se transformaron tras un decreto de Napoleón III de 1864 que establece al teatro como "libre empresa." Los carteles convierten los cabarets y cafés-conciertos en el epicentro de los placeres nocturnos.

Proliferan los cantautores como Aristide Bruant, de humor corrosivo y bailarinas como Yvette Guibert.

En 1891 el pintor realiza su primer cartel para el Moulin Rouge en el que retrata a La Goulue, una célebre bailarina de can can y a Valentín Le Déssosé, estrella del cabaret, lo que catapultó a Lautrec a la fama a la edad de 27 años.

En 1893 el cantante Aristide Bruant le encarga un tercer cartel para anunciar varias actuaciones en su cabaret. El teatro comienza a primar sobre el café-concierto. Lautrec creó la imagen de una pareja en el palco de un teatro para la fábrica americana de tintas para imprenta. Ocupar un palco era ostentación de poder.

Jane Avril:

El café Divan Japonais, dirigido en 1893 por Edouard Fournier se convierte en cabaret con pretensiones literarias y artísticas y encarga a Lautrec un cartel para anunciar su reapertura.

Convierte a Jane Avril en espectadora con un sombrero empenachado, símbolo de distinción.

"Jardín de París" (1893) es su cartel más dinámico, en el que Jane Avril "baila como una orquídea en delirio", según Maurice Joyant, amigo del pintor. Plasma su silueta explosiva con una pincelada nerviosa.

En 1896 la bailarina se encuentra de gira en Londres y escribe a Lautrec para pedirle un cartel urgente para su actuación en el Palace Theatre.

Le envía una fotografía de la compañía. El artista invierte las posiciones de Jane Avril y Miss Eglantine y ubica a la primera en el centro de la estampa poseída por el ritmo de la danza.

En 1899 la artista encarga un último cartel a Lautrec, que realiza la litografía de una mujer de cuerpo entrelazado con una serpiente en el que influye la línea sinuosa propia del Art Nouveau junto a un nuevo enfoque estilístico que no tuvo oportunidad de desarrollar.

En definitiva, contemplar las obras con su contenido visual constituye un espectáculo en sí por la diversidad pictórica y técnicas utilizadas. El espectador tiene la sensación de retroceder en el tiempo hasta el París de la Belle Époque para asistir a una exhibición de can can. Se disfruta de las cualidades estéticas de los carteles, muy eficaces como reclamo comercial.