El Cine de Alea es un reflejo sagaz de su personalidad y de su tiempo (su entorno y la situación del intelectual cubano) desde el cuestionamiento crítico de la realidad. Si existe un punto de continuidad marcado en la filmografía de Titón, es precisamente esa vocación de polemizar alrededor de la sociedad cubana y de los cambios político-sociales que trajo consigo la adecuación a un sistema complejo que agonizaba en el resto mundo: el socialismo.

En el caso de Memorias, refleja las contradicciones de un burgués en los vertiginosos días de la Revolución.

Es un filme que se articula desde el razonamiento y la ironía, con una agudeza crítica que nunca estuvo exenta en su obra. Tal es así, que años después, cuando el cineasta se encontraba inmerso en un contexto donde el socialismo se consolidaba en Cuba como proyecto social irrevocable, “Fresa y Chocolate” aparece con un nuevo conflicto: la situación del intelectual cubano en una sociedad que se gestaba desde la concepción de un hombre nuevo: el sujeto revolucionario, y la intolerancia hacia todo aquello que se consideraba pecaminoso y amoral desde el plano de la censura política. En ambos casos, los protagonistas de Alea son seres alienados que presencian la realidad desde una distancia que está marcada por el criticismo, son personajes se encuentran influidos por su acerbo cultural y su pensamiento vanguardista, motivo por el cual se encuentran dotados para observar y polemizar con el entorno que les rodea.

Ambos filmes abordan el tema de la migración como vía de escape para aquellos que no aceptan ciertos parámetros sociales, sin embargo, el conflicto se agudiza en Fresa y Chocolate, en tanto el papel del emigrado se desplaza hacia el personaje protagónico. El filme, como Memorias, muestra un proceso que se radicaliza y se torna irreversible.

La visión de Alea, aunque a veces ácida, no abandona el optimismo. Ambos filmes son reflejo de una afinidad por el cine neorrealista italiano que se emparenta con el Nuevo Cine Latinoamericano. En este sentido, ambas son películas que documentan una época, un entorno social, una situación del hombre frente a su posición como hombre y como ciudadano.

Desde el punto de vista cinematográfico, Titón enfatiza en la dramaturgia, a fin de plasmar la psicología de los personajes, pues dicho elemento juega un papel primordial en el desarrollo de los filmes. Recurre a los primeros planos y a tomas cerradas de los personajes protagónicos. Los planos generales se utilizan para mostrar el escenario (social) en el que se desarrollan los acontecimientos a lo largo de ambas películas. Los planos detalle generalmente se focalizan en los objetos, para dotarlos de una función simbólica, como las bebidas que consumen diego y Sergio y, en el caso particular de Fresa y Chocolate, las flores.

Ambos filmes se emparentan con la literatura, en el caso de Memorias del Subdesarrollo, Alea se basa en la formidable novela de Edmundo Desnoes; y en Fresa y Chocolate, en el cunto: El lobo, el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz.

De esta manera se muestra cierta complicidad entre los intelectuales de la época, mostrando inquietudes de un sector de vital importancia dentro de la sociedad, un sector de cierta manera excluido en el proceso de construcción del socialismo y desplazado del proyecto social de la Revolución por medio de la censura.