Altered Carbon es una serie de Netflix, pero fue una novela de ciencia ficción del mismo nombre, escrita por Richard K. Morgan, publicada en 2003, y vuelta a editar por la Editorial Gigamesh, la misma que tiene los derechos de ‘Canción de hielo y fuego’ de George R.R. Martin (Morgan cosechó el premio Philip K. Dick por Altered Carbon). Netflix accedió y dio importancia a la idea de Laeta Kalogridis de adaptar esta fantástica novela. La productora y guionista de cintas como Shutter Island y Avatar no ha estado desacertada en esta ocasión. Para la dirección han contado con Miguel Sapochnik, responsable de ‘La Batalla de los Bastardos’ en ‘Juego de Tronos’ y Series como ‘Iron First’, ‘La cúpula’ , creador de ‘Repo Man’, un gran acierto si tenemos en cuenta el aire futurista y Ciberpunk de esta serie.

¿Qué pasaría si fuéramos inmortales?

Esto es algo que ya viene defendiendo desde hace años en conferencias de todo el mundo Jose Luis Cordeiro (Ingeniero del MIT y profesor en la Singularity University), el dice que en treinta años no vamos a morir, que el que muera será porque el quiera y que va a existir la tecnología suficiente como para reponer todo órgano dañado de nuestro sistema eludiendo así a la Parca. Parece surrealista en este siglo XXI, al alcance solo de las clases privilegiadas, pero esto es lo que plantea Altered Carbon, trescientos años en el futuro, en mitad del siglo XXIV. El cuerpo no es más que una funda, un repuesto que no sirve más que para albergar nuestra consciencia que se ve alojada en una diminuta ‘Pila Cortical’ situada en la base del cuello.

¿Qué pasaría si no muriéramos en trescientos años? ¿Seríamos como dioses en la tierra? ¿Se extendería la desigualdad social? El cuerpo humano ¿no sería un mero producto con el que los ricos puedan jugar sin piedad? Creo, que todas las preguntas se responden con un SI, rotundo. Los ‘privilegiados’ que consiguieran burlar a la muerte definitiva, que existe en la serie, solo tienes que romper la dichosa pila, serían por ende los hombres más poderosos de la tierra, por lo tanto dioses a los que venerar para que no hagan con nosotros lo que les dé la gana, en una tierra cada vez más poblada y con menos recursos.

Como se muestra en la serie, el cuerpo humano sería utilizado para lo más carnal y visceral, para el sado y la masacre de la carne sin ninguna piedad. Los combatientes del gobierno sufrirían torturas inimaginables en realidad virtual para convertirse en máquinas de matar. Todo sería en definitiva, una catástrofe de la razón y la conciencia de lo finito, de lo caduco.

Esta idea de la transferencia de la conciencia humana no es del todo nueva en la pequeña pantalla, pues, Black Mirror, en sus capítulos ‘San Junipero’ y ‘Black Museum’ ya exploran esa idea, pero en esta ocasión tenemos un producto más largo, con más recorrido en la idea, aunque esta sea abandonada a mitad, para dar servicio a lo de siempre, un villano al que hay que derrocar a toda costa, sin importar la buena base que te había dado la novela.

¡Un poco más de tempo!

Y ese es sin duda el gran problema de la serie, que quiere y no puede, que siente la necesidad de ser un producto acabado en diez episodios, cuando debería haber tenido la vista de saber que un desarrollo más longevo hubiera sido la raíz de una de las mejores historias jamás contadas dentro de la ciencia ficción en una pantalla.

Y es que Altered Carbon, empieza muy bien, el personaje de Takeshi Kovacs es una maravilla, está tratado con mimo y respeto y está muy bien interpretado por Joel Kinnaman (‘Robocop’ y ‘House of Cards’) es un personaje complejo que ha vivido más de lo necesario y que tiene un pasado muy turbulento y oscuro. Bien rodeado de grandes actores y de una sobresaliente Martha Higareda, que da vida a la agente Kristin Ortega, que se debate entre una vida religiosa y no proclive a alargar la vida y un deseo ferviente por utilizar la tecnología que le procurará un futuro complejo. Todo lo anterior citado y el aire a ‘Blade Runner’, que es inevitable, con luces de neón, lluvia, suciedad y una fotografía propia de ‘Escuadrón Suicida’, dan a la serie una gran premisa, ya solo tienes que colocar al personaje central en medio de una investigación entre uno de los Mats (ricos ‘inmortales’) y un posible asesinato y tienes el cocktail perfecto de sexo, drogas, luces y ciberpunk, para un resultado magnífico, aunque luego la resolución no ha sido tanto.

Y es que hubiera sido necesaria un poco de paciencia, de construcción de personajes y de saber controlar el tempo, para empatizar, para creerse el universo, que es vastísimo, hay que recordar que ni se sabe en qué planeta se encuentra la trama, para que todos esos remordimiento propios de los antiguos, propios de la moral no longeva se instalen poco a poco en los personajes y tengamos el mismo resultado pero cocinado de forma mucho más acertada, sabiendo cuando toca condimentar y cuando toca dejar a fuego lento. Esperemos que la segunda temporada tome la lección de esta primera y relaje los machos, tanto en esta idea, como en las escenas de acción, en las cuales hay que tomarse un valium para no sobresaltarse. ¡Recomendada, pero no os vengáis arriba!