Marvel regresa, si es que se había ido. Vuelve con la adaptación del cómic “Black Panther", o Pantera Negra, superhéroe creado en 1966, que ya tuvo una aparición en Civil War. Y el estreno ha sido bueno. ¿Qué nos ofrece esta película? Alerta de spoilers.

El rey guerrero africano

Dicen que hubo un rey-guerrero, llamado Shaka Zulú, que logró unificar a las tribus zulúes y crear un gran reino, un estratega y un luchador que unió a los clanes y los convirtió en una gran nación. Pero no es la única figura de rey guerrero que tenemos en la historia de África o del mundo.

En todos los relatos, este guerrero obtiene, por su valor y su fuerza, el respeto y la obediencia del ejército, y con su talento y arrojo conduce a sus hombres a una serie de victorias que, con el crecimiento demográfico y territorial, acaban desembocando en la creación de un poder político.

Esta es la tradición, sin duda, de la que bebe el relato sobre este Black Panther, que no es sino un rey guerrero, como lo ha demostrado Marvel publicando incluso un vídeo sobre dicha genealogía, que se remontaría a tiempos ancestrales hasta el primer Pantera Negra, Bashenga, quien invocó el poder de Bast -el dios pantera que se asemeja a la diosa egipcia Bastet- y protegió el lugar donde se alberga el vibranium de Wakanda.

Las reminiscencias mitológicas con Egipto, Nubia, Ghana, Israel, incluso Persia o China, son evidentes. Un hombre elegido por los dioses para una gran misión es colocado en la posición de mando para guiar a su pueblo.

La intro de la película trata de explicárnoslo, aunque también contiene referencias al Vibranium, que se extrae del corazón de un meteorito que cayó hace mucho en la región (sólo allí) y que es el metal más duro y resistente del universo.

Sin saber cómo ni por qué, el país, llamado Wakanda, se convierte en el más avanzado del planeta, escondido tras poderosos hologramas que ninguna tecnología puede desenmascarar. La ocultación ha sido desde el comienzo, una de las normas de este reino peculiar y afortunado.

¿Quién es Black Panther?

Es un superhéroe diferente, aunque tiene un papel menos destacado en el universo Marvel.

Es un rey guerrero, aunque otros, como Thor, ya ejercen un poder sobre sus súbditos (en este caso, como dios). La principal novedad de su propuesta coincide quizás con lo que muchos estimamos menos noticiable y más insignificante: se trata del primer superhéroe Marvel negro.

Es un hombre negro, ni más ni menos. No es importante, pero la empresa decidió que sí lo fuera, quizás porque fue creado en un tiempo en que la lucha por la igualdad racial se encontraba en un momento de gran tensión y actualidad en los Estados Unidos.

Black Panther es el título honorífico que los reyes asumen al subir al trono, y que los define. Es su lema de gobierno. Es su misión: ser la pantera que defiende a sus cachorros y protege su hogar.

Ya decimos que suena de lejos a la mitología egipcia, la cultura nubia o etíope.

No es extraño que todo ello se enmarque, en un alarde teosófico multidisciplinar, dentro de un mundo “ancestral” o divino donde un dios con forma de pantera elige a su representante y le otorga su poder. Este poder le es dado a través de una extraña planta con forma de corazón que sólo crece en aquel país, y que le otorga a una fuerza y una agilidad increíbles. Pero también lo obtiene gracias a la tecnología y a todas las armas e instrumentos de vibranium que tienen a su disposición.

Este es el punto de partida de la historia. El acceso al trono de T’Challa (el príncipe) y su comienzo como “Black Panther”, en una nación africana en toda su extensión, con una ambientación africana, con música y colores africanos, pero aislada del resto, aparentemente subdesarrollada, si bien esconde al mundo una gran riqueza.

Al frente hay un rey guerrero, como una representación moderna de los antiguos reyes prehistóricos surgidos a partir de los líderes y señores de la guerra.

Valoración inicial y resumen del argumento

Es una película para adolescentes sin pretensiones. Procura superar los límites del mero blockbuster, pero no llega a superproducción. Trata de tomarse en serio, pero al fin resulta liviana hasta en los detalles dolorosos. La gente muere y apenas se ve la sangre. Los malos no son tan malos y resultan ser solo niños malcriados. Todo se puede solucionar hablando.

Black Panther no carece de majestuosidad y está bien caracterizado; se puede notar el trabajo del actor para moverse casi como un felino, incluso andando.

Pero, al fin y al cabo, es un héroe que ocupa un lugar menor en la constelación del zodiaco marveliano.

Es más, en la película no hay ningún cameo de otro superhéroe. Los límites del argumento se constriñen a la imaginaria región de Wakanda, y a un par de localizaciones apenas entrevistas en Corea y California. Ni siquiera parece que los acontecimientos narrados importen para nada al resto de los superhéroes o villanos.

El resultado es un producto que no dejará mayor poso en el espectador, aunque llamará la atención de muchos para los cuales aquello que es menos cinematográfico resulta más importante (el color de la piel o el género); entretenido, con cualidades que pudieran explotarse mejor en el futuro pero que aún quedan en pañales y con algunas lagunas que vamos a exponer a continuación.

Eso no quiere decir que no se deje ver. En realidad, a pesar de su duración excesiva y su música un tanto repetitiva, es un ejercicio divertido, un producto que puede ofrecer un rato de huida, si no piensas mucho en ello. El problema viene, precisamente, cuando sales del Cine y reflexionas, como siempre.

Éstas son algunas de las virtudes de la película: el personaje de Black Panther es “un buen hombre con un buen corazón”. Un héroe no puede ser de otra forma. Tiene que ser un hombre que conoce el bien y lo practica; y que conoce el mal y lo combate.

Ya hemos tenido suficiente ración de superhéroes oscuros, de hombres rotos por dentro y llenos de puro odio, cuyas motivaciones no acaban de ser del todo claras, y que pueden resultar tan peligrosos para los villanos como para los inocentes.

Hemos agotado la cuota de superhéroes con traumas. Black Panther, en cambio, no es así. Sonríe, ríe incluso, juega y bromea. Es un tipo con suerte, y lo sabe; y le gusta. Carece de la vanidad de otros y se pone nervioso ante la mujer que lo atrae. Es un tipo que sabe que goza de poderes, pero que no piensa en sí mismo.

Defectos de Black Panther

El resto de la película se queda a medias o directamente es criticable. Pongamos algunos ejemplos:

- El argumento parece original pero desprende un tufillo sospechoso... Tiene un parecido evidente con El Rey León: el viejo rey que muere, el conflicto familiar latente y escondido con el hermano del rey y el joven heredero que debe ganarse su derecho al trono y que se encuentra con la oposición de otro familiar (en este caso, el primo).

El príncipe debe exiliarse, derrocado por su enemigo. Y con la ayuda de sus amigos regresa para enfrentarse a él y salvar a su país. Continuar el ciclo, lo llamaban... ¿Será porque la distribuye Disney?

- El país, Wakanda, es una Gondolin centroafricana (los fans de Tolkien lo entenderán). Una ciudad escondida voluntariamente del mundo y que conserva los tesoros de una civilización ancestral y avanzada, con habilidades técnicas, mineras y de fabricación superiores al resto del mundo; que celosamente procura no ser descubierta para que no entren en ella quienes pudieran poner en riesgo su estabilidad. Una ciudad a la que ningún forastero tiene permitido el acceso.

Una sociedad cerrada, utópica, que vive a espaldas del mundo, pero dentro de la cual comienza, lentamente, a gestarse una tensión entre la necesidad de estabilidad y la compasión por los destinos del resto del mundo (al menos una parte).

- Hay un abuso del CGI y de las texturas por ordenador, no solo en lo relativo al superhéroe principal, sino también en todo lo demás:: las naves que despegan y aterrizan como auténticos platillos volantes, los animales que participan en las batallas, enormes y poderosos; la gran mina de la que se extrae el vibranium, las acrobacias de las guerreras que forman la guardia personal del rey (un superhéroe con un harén de guerreras...).

La misma ciudad de Wakanda, que parece trasplantada de Japón, Corea o China al centro de la selva; los inventos y artilugios tecnológicos, como unas garras de pantera que lanzan rayos... Lo peor es que se nota demasiado, como por ejemplo el lugar donde vive la tribu de las montañas (una de las que componen Wakanda).

Con los medios que hoy existen, es chocante que una localización llame la atención por su impostado aspecto.

- La película tiene una fuerte carga ideológica, y hace gala de ella. Es más, esta carga se ofrece al público como uno de los principales atractivos del filme. No faltarán seguidores de la película por esta razón y por la iconografía que se desprende de ella.

Destaca sobre todo por su feminismo y por una fuerte defensa racial negra que llega incluso a pecar, si no voluntariamente, sí al menos por contraste, de xenofobia. Uno no puede evitar pensar que el rechazo al “forastero”, que la obsesión por proteger lo propio, que la presencia de mujeres por todas partes ocupando puestos de relevancia en el bando de los “buenos” y por el contrario, la presencia de hombres en el bando de los “malos”...

que todo eso es buscado, planeado.

Puede que esto no sea políticamente correcto y lluevan las críticas, pero esta carga ideológica es lo peor de la película. Se puede hacer una historia sobre un superhéroe negro (cosa tan insignificante que no debería ni mencionarse), sin necesidad de poner de relieve que todos los blancos son malos, imperialistas, colonialistas y ladrones.

Y aunque estas acusaciones solo se oyen en boca de los “malos” y con cuentagotas y filtros, uno no deja de pensar que la propuesta de modelos morales que se hace es todo menos inocente. Al menos (es de justicia decirlo), T’Challa es el único que defiende a los forasteros y los acepta.

- Otro de los grandes defectos de la obra es algo que viene sucediendo con mucha frecuencia en las películas heroicas: el malo no es tan malo y el que parecía el malo de verdad resultar ser un pamplinas.

Resumamos: la película nos presenta a un blanco que quiere robar el vibranium de Wakanda, llamado Ulises Klaw, interpretado magistralmente por Andy Serkis, siempre histriónico (uno de los puntos fuertes de la cinta). La trama se dirige a la caza y captura de dicho ladrón internacional, en la que se embarca también un agente de la CIA (un irrelevante Martín Freeman, al que el traje le queda mal confeccionado).

Pero Klaw muere de forma estúpida y humillante, asesinado por uno de sus propios ayudantes, después de casi una hora de metraje, cuando ha salido vivo de su enfrentamiento con Black Panther. A partir de ahí, su asesino, Erik Killmonger, un wakandiano renegado y primo de T’Challa, ocupa el lugar del villano.

Pero se nos pinta cómo un chico traumatizado por la muerte de su padre a manos de su tío, el viejo rey; enfadado y carente de amor, que realmente no quiere hacer el mal y al que todavía le dura el berrinche de la muerte de su padre. Valiéndose de una costumbre impropia de una sociedad estable y muy avanzada (el combate ritual), Killmonger derroca a T’Challa y aparentemente lo mata, lanzándolo por una cascada, ayudado por la traición del líder de la Tribu de la Frontera (por supuesto, es un hombre).

Luego se dedica de lleno a sacar el vibranium del país para enviárselo a sus agentes en todo el mundo, con el fin de armar a los negros en contra de los blancos, cosa que finalmente puede evitar un renacido Black Panther con ayuda de su familia y el extraño agente de la CIA.

Realmente, la historia peca de la falta misma de la trama superhéroe-villano y la irresistible levedad del punto crítico narrativo que se pretende convertir en el centro del argumento. Al final, la película queda reducida a la versión marveliana y descafeinada de Juego de Tronos, con menos dramatismo y más efectos especiales,aunque se merece un aprobado.