Al final de la rambla del Poble Nou en Barcelona está la playa del Bogatell y de la Mar Bella. A muy pocos metros del final de este paseo, a mano izquierda, atravesando el parque del Poble Nou, se encuentra el Centro Sportiu de la Mar Bella. Estos rincones de mi memoria doméstica me sorprendieron en la proyección del film Gigantes Descalzos (2017), un acercamiento a una comunidad indígena Triqui (sur de México,Oxaca), a través de algo tan inaudito, para ubicarlo en las selvas del sur de México, como el baloncesto. Álvaro Priante e Iván Roiz comenzaron hace mas de tres años un viaje en el espacio pero también en las costumbres -suele tener una consecuencia en el tiempo y en la forma de entender, al final de este tránsito, al ser humano-, una aventura que puso su punta y a parte –porque es el principio de un camino- en la playa de la Mar Bella.

Álvaro encontró ese primer rastro, una historia de niños indígenas que ganaban campeonatos de baloncesto. El encuentro con aquel profesor mexicano que encontró en ese rincón de su país (en uno de sus viajes por el interior) una realidad distinta en su vida. Allí comenzó una historia que hizo nacer otra, la de nuestros jóvenes cineastas. Al fin y al cabo de Humanismo hablamos. Aquella idea de Sergio Zúñiga, dar un balón de baloncesto a niños de una comunidad indígena que iban descalzos. Una canasta, una cancha... primero de arena, y luego un centro deportivo... Pero sobre todo tres comidas al día, unos libros, un porvenir, becas y esperemos que un cambio en ese duro lugar que es Oxaca y las comunidades indígenas, olvidadas por el Estado, excluidas y con gravísimos problemas (es una zona militarizada, donde operan paramilitares y guerrilla) de crímenes y guerra civil no declarada.

La película se tenía que centrar en los chicos en ese viaje desde los montes verdes de las selvas mayas hasta la cancha del centro de Deportes de la Mar Bella en Barcelona. Una historia de esfuerzo y superación, también para los propios cineastas que saben más que nadie como se conquistaron ciertos planos y sobre todo, testimonios en un mundo que no es el nuestro...

Esos rostros que algunos no se encuentran ya entre nosotros, muertos en el transcurso de la filmación. Y como no, los niños que llegarán a ser jóvenes y hombres, y que recordarán en ese film los valores de un bloqueo, del corte y el pase... del valor del equipo y de creérselo. El pick and roll está lleno de valores, el film también, aunque los verdaderos resultados de este partido están por ver, en ese proyecto, y en el Cine de estos nuevos cineastas.