Nacida en el seno de una familia venida a menos y de un padre que con frecuencia maltrataba a su madre, Mary vino a nacer un 27 de abril de 1759 en Londres. A temprana edad aprendió a mentir para defender a su madre de los golpes de su padre. Fue la chica una figura importante dentro de la familia, a quien tendrían de referente tanto su madre como sus hermanas. Su espíritu rebelde emergió rápido y se hizo presente notablemente en el episodio ocurrido con su hermana Eliza. La mujer, posiblemente aquejada de depresión postparto, fue aconsejada por Mary para que abandonara a su hijo y su marido para terminar con sus problemas y así lo hizo.
En un principio quizás pensó que era lo mejor, pero habría que haberle preguntado después cuando las consecuencias a las que tuvo que enfrentarse el resto de su vida, la sumergieron en la miseria y el desprecio de todo el mundo.
Impulsiva, vehemente y genial
Contó Mary con dos grandes amistades de juventud, Jane Arden y Fanny Blood. Con la primera mantuvo una relación que rozó los celos o la posesión, pues se respiraba en casa de los Arden un ambiente intelectual donde la chica se sentía cómoda, pero quizás también celosa de no haber crecido en un hogar así.
A Fanny le reconoció Mary el mérito de haberla hecho despertar a otro estado. La utopía se estableció entre ellas como filosofía a seguir y si no llega a ser por la escasez económica, ambas hubieran alquilado una habitación y se hubieran ido a vivir solas, emancipadas e independientes como soñaban, evidentes pinceladas de un feminismo emergente en sus gestos y sus pensamientos.
Pero Blood se casó, se quedó embarazada y murió en el parto. Mary estuvo a su lado hasta el final, pese a la desilusión que le causó su matrimonio, quizás por haberla idealizado en exceso. La muerte de Blood la destrozó, fuente de inspiración de su opera prima, La novela de María.
Nueva vida, nuevos retos
Tras la muerte de su amiga, Mary empieza a trabajar como institutriz, trabajo que no le resulta satisfactorio y situación que da para la creación de su único libro de literatura infantil, Relatos originales de la vida real.
Le preocupa entonces el limitado campo laboral a que las mujeres pueden acceder, naciendo en ella una obra que pone de manifiesto las desigualdades entre hombre y mujer y que es titulado como Unfortunate Situation of Females, Fashionably Educated, and Left Without a Fortune. Decide entonces dedicarse de lleno a su faceta como escritora, contra toda norma social y pronóstico favorable.
Se trasladó entonces a Londres, aprendió francés y alemán, tradujo textos, escribió reseñas para el Analytical Review de Johnson y lo mejor, entró de lleno en el ambiente literario del momento.
Exilio por amor
Su relación con Henry Fuseli resultó escandalosa, más por lo que propuso que por el hecho de que estaba casado y es que se le ocurrió que bien podrían llevar los tres la relación en buenos términos, a lo que la mujer de Fuseli puso el grito en el cielo y ella los pies en polvorosa, exiliándose a Francia con su Vindicación de los derechos del hombre bajo el brazo (en 1792, dos años más tarde, lo escribiría sobre la mujer) muchas ganas de olvidar el incidente amoroso y muchas ganas también de pertenecer al movimiento revolucionario francés de aquellos momentos.
Etapa francesa
Mary llega a un país donde la confusión es la nota común, a un mes de que el rey Luis XVI fuese guillotinado, donde busca reunirse con otros exiliados británicos y donde se vuelve a enamorar. Pero esta vez la idealización del hombre perfecto no queda en un plano meramente romántico, sino que conoce los placeres de la carne con un aventurero americano que la deja embarazada y con el que tiene una niña (a quien pondría de nombre Fanny en memoria de su querida amiga).
Entre tanto escribe El Havre, su propia visión histórica sobre la Revolución francesa, en un ámbito de crispación política creciente que lleva a la declaración de guerra de Gran Bretaña a Francia y con el consiguiente peligro para los exiliados en suelo francés.
Mary tuvo suerte de no morir guillotinada porque el padre de su hija la registró como su mujer, pese a no estar casados, refiriéndose ella misma como Mrs. Imlay con el fin de otorgarle a su hija un apellido.
Regreso a Londres
De nuevo en tierras inglesas, Mary vive un episodio de desamor, en el que ella persigue al americano, él no quiere saber nada de ella, ella intenta suicidarse, él se lo impide, embarcó a Escandinavia por negocios…para al final quedar sola con su niña y volver de nuevo a su actividad literaria (por supuesto que de cada bache la mujer daría buena cuenta en sus escritos de todo lo que le acontecía). Y de nuevo el amor llamó a su puerta, esta vez en la figura de William Godwin.
Con él existió una relación amorosa y de admiración mutua que desemboca en un nuevo embarazo y boda (hecho bastante criticado por cierto, pues en uno de sus tratados defiende la abolición del matrimonio...sus razones tendría para hacerlo)
Legado
Si bien durante mucho tiempo la fama le ha perseguido como una mancha que la ha ensombrecido, las generaciones feministas la rescataron de ese desprecio y la enaltecieron naciendo nuevas adeptas que continuaron su pensamiento. Mujer marcada más por su vida privada que por la validez de sus obras, Mary procuró predicar con el ejemplo sobre todo aquello que escribía y no fue hasta un siglo después de su muerte que su visión sobre el papel de la mujer fue validada y valorizada su persona.
Una mujer en fin preocupada por el lugar que la mujer ocupaba en su sociedad, rebelde, pensadora e independiente, demasiado liberal para la mentalidad cuadrada del siglo XVIII, que nos dejó muchas obras de gran interés, cargadas de mucha sensibilidad y vivencias propias.