Un hecho ya no tan sorprendente por desgracia en nuestro país: la denuncia por parte de organizaciones como en su día Centro Jurídico Tomás Moro, en el caso por blasfemia contra el cantautor Javier Krahe, o, en este caso Dignidad y Justicia (DyJ), demandando al cómico Facu Díaz en el 2015 por el sketch “el PP se disuelve” emitido en la Tuerka. Nos alertan de las anomalías de nuestra democracia. Facu fue imputado por la Audiencia Nacional por presuntos actos de humillación a las víctimas de terrorismo. El sktech, para ponernos en situación, es la de un presunto miembro del PP (en postura y puesta en escena como un portavoz de ETA con pasamontañas) que manifiesta la decisión de la “banda”, el PP, de disolverse porque, entre diversos motivos “ya no hay quien incluir en sus listas en Madrid para las elecciones municipales porque todos están empapelados” (…) “No es fácil dejarlo… muchos años mangoneando a la gente, pero hay que parar”.
Facu Díaz se inspiró en las continuas demandas e imputaciones sobre su persona, por actos de libertad de expresión que un cómico debería tener en una sana democracia, para llevar a cabo la obra Pido disculpas, que este Jueves se presentó en el escenario de la calle Zurita. Para un cómico todos estos altercados de la vida son un acicate para la creación, y Facu Díaz ha sabido utilizarlo para crear una obra repleta de sátira. Ante el tribunal explicó en su día, que prefería explicase 1000 veces que pedir disculpas. Sobre las tablas, la capacidad del concepto “pido disculpas” tenía todas las mimbres para desarrollar un monólogo irónico con toda la capacidad del absurdo sobre la situación de una justicia española, un tanto anómala, dentro de nuestra joven democracia.
Desde luego en otros países, uno piensa, esto no pasa. En el nuestro cualquier tratamiento de la sátira de un hecho político o que atañe a las estructuras de poder (sobre todo, después de la ley mordaza) es un acto de valentía democrática. En otro ámbito la obra No solo duelen los golpes, obra de Pamela Palenciano, pone el dedo en la llaga del maltrato de género.
La autora se basa en su relación de adolescencia (su primera relación de noviazgo) que se tornó violenta. La obra es un llamamiento a la sensibilidad de este problema. La historia es una autoreflexión de la dependencia, bien es cierto en una época temprana en las relaciones, la adolescencia y primera juventud, que pone de manifiesto los rolles de la relación y la incapacidad de entender y querer al otro.
Todo es un proceso de madurez pero que siempre plantea la misma pregunta, ¿cómo y por qué se deterioran las relaciones de pareja para en un último eslabón caer en la violencia y dependencia? Es un problema global de raíces profundas que van más allá del propio género, está en el propio roll que hombre y mujeres juegan en el sistema. La violencia es un estado de crispación (por un compendio de factores) que se proyecta en el otro. No solo duelen los golpes, también atañe a otro aspecto, el psicológico, otro tipo de violencia que puede venir tanto de ellos como de ellas. Hoy en día hay una realidad silenciosa, el maltrato de mujeres a hombres. La manipulación, la mentira y el control cuando el hombre está en una situación vulnerable, también ha pasado de bando.
Esas suelen ser armas de violencia femenina, mientras que la violencia física se ubica más en el campo masculino. Tanto una como otra No solo duelen los golpes, en este caso en la voz de la violencia sobre la mujer, describe el estado de vulnerabilidad y la profunda reflexión que ambos, hombres y mujeres, deben tener sobre este hecho, las raíces sociales de ello, y eso que solemos definir como amor.
El Teatro de verano de el Teatro del Barrio también ofrece en cartelera hasta el mes de Agosto, la obra Tres días sin Charlie, una reflexión sobre los atentados contra Charlie Debo; Ultrashow, de Miguel Noguera una oportunidad para poder ver al cómico zozobrante catalán el 27 de julio, y en agosto Los Desiertos Crecen de Noche, de Jose Sánchis Siniestierra.