"Madrid, sólo hay un secreto que me lleve hasta aquí: y es que ha muerto el silencio en las calles de Madrid". Así comenzaba el tema "En las calles de Madrid" de Loquillo y los Trogloditas, que reflejaba lo que estaba viviendo la capital principalmente durante los años 80.
9 de febrero de 1980. Sin ser conscientes del significado, un grupo de amigos realiza un concierto en homenaje a José Enrique Cano "Canito", batería y cantante del grupo Tos, que había fallecido en un accidente de tráfico en la Nochevieja anterior. Además de Tos, participan Alaska y los Pegamoides, Manolo Tena, Los Bólidos, Nacha Pop, Mamá, Mermelada, Paraíso...
es decir, la Música que bullía por aquel entonces en Madrid. De un homenaje pequeño y entre amigos, se sentó las bases de un fenómeno cultural que alteró todo lo establecido.
Antes del "Homenaje a Canito", ya había grupos que se movían por colegios mayores y escuelas
En 1975, muere la dictadura de Franco y España comienza un complicado camino hacia la Transición Democrática. Al terrorismo de ETA y a la ultraderecha se añade una fuerte crisis económica mundial. La ciudad de Madrid era triste, en blanco y negro, los pocos conciertos que había contrastaban con las auténticas figuras que empezaban a aparecer en los últimos días del franquismo. Fue entonces cuando Madrid se convirtió en una ciudad plagada de los colores más variopintos: heavys, ácratas o hippies rompían la estética que había creado el franquismo.
Surge una música contestataria, como el rock urbano o conocido coloquialmente como del rollo. Su implantación se encontraba en los barrios donde destacaba la clase trabajadora. Así nacieron grupos como Leño, Topo, Asfalto o Burning, que empiezan a ser una seria competencia para los solistas de finales de los años 60 y grupos que alimentaban el fenómeno fan.
Se comenzó a vislumbrar que todo valía por muy escandaloso que fuera. La Orquesta Mondragón (llegados desde Euskadi), Kaka Deluxe o Ramoncín fueron ejemplos de esa contracultura donde imperaba la provocación y la libertad imaginativa. Subirse a un escenario y "hacer ruido" se había puesto de moda. También comienza a llegar a España el punk desde Reino Unido, la new wave, más conocida como "la Nueva Ola" y el pop.
Estas nuevas concepciones no hacen más que remover más la agitación cultural que vivía la capital, ansiosa de revolución y de gritar todo lo que el franquismo había censurado. El tabú del sexo desaparece y surge expresiones artísticas desaforadas con tintes exhibicionistas; solo hay que ver a Almodóvar & Mcnamara.
Las fiestas organizadas por homosexuales tuvieron gran fama en la etapa que ya comenzaba a conocerse como "la Movida madrileña", y la noche madrileña comienza a fraguar su mito a través de garitos donde se reúnen músicos, pintores, cineastas, fotógrafos o diseñadores para intercambiar ideas.
La radio fue muy importante en La Movida
En la difusión de la música de la Movida fue fundamental la radio.
Radio 3, Radio Popular, Radio España o Radio Juventud emitían las maquetas de grupos desconocidos que habían sido rechazadas por las discográficas. Esto y la autoedición asustaron a las compañías de la industria musical, que tuvieron que contratar a los músicos independientes.
La música quedó visualizada gracias a programas de TVE como Popgrama, La Edad de Oro, Aplauso o La Bola de Cristal. Bandas como Alaska y los Pegamoides, Radio Futura, Zombies o Nacha Pop se vieron muy favorecidas por la difusión televisiva de la Movida. El tema "Mari Pili" de Ejecutivos Agresivos se convirtió en canción del verano y "La chica de ayer" de Nacha Pop se alzó como uno de los grandes himnos de la época.
Otros grupos alcanzaron fama nacional como Glutamato Ye-yé, Gabinete Caligary, Loquillo y los Trogloditas o Mecano, que siguieron alimentando con sus propuestas musicales la Movida madrileña, alcanzando un verdadero cénit y transformándose en uno de los movimientos culturales españoles más importantes del siglo XX.