Fue un 11 marzo 1917, aunque los expertos dicen que fue el día 17. Una revista de humor semanal para niños salía a los quioscos, convirtiéndose en lo que es hoy en día, aunque cerró definitivamente en 1998: una revista mítica, conocida por su extraño nombre, TBO, que su palabra dicha, “tebeo”, daría nombre a cualquier otra revista de humor o de cómics, como se dice ahora, desde entonces.

Hoy, El Periódico de Catalunya, en su suplemento dominical, hace un enorme reportaje sobre lo que significó TBO. Muchos de sus personajes fijos son míticos en el Cómic español y catalán: la Familia Ulises, Altamiro De La Cueva, Eustaquio Morcillón, Los Grandes Inventos del TBO y muchos más.

Serían los precursores de lo que Editorial Bruguera consiguió en la postguerra, con el mismo estilo humorístico.

El nombre de TBO surgió, según se dice, de una obra lírica, es decir, una zarzuela, cuya acción era en un ficticio diario con ese nombre. Al principio, el humor era más gamberro, sin salirse del que podían ver los niños, pero después de la Guerra Civil, con la presión del Régimen y la Iglesia, ese humor se volvió más inocente. Eso sí, acentuando un machismo y un Patriarcado en la Familia que hoy en día sería inconcebible, mientras que Bruguera intentaba salirse (no mucho) de esos cánones.

La palabra TBO o tebeo fue admitida por la Real Academia Española de la Lengua en 1967, e hizo populares frases como “Está más visto que el TBO” cuando algo ya estaba anticuado.

En la revista trabajaron dibujantes irrepetibles como Benejam, Opisso, Urda, Muntanyola, Blanco o Coll.

Hace poco se sacó un libro recopilatorio de lo mejor de la revista, que empezó su declive en la década de 1970, con la competencia de Bruguera, ya asentada, la televisión, el cine y viajar en coche (el SEAT 600). Intentó modernizarse con nuevos dibujantes que aportaran humor más fresco y actual, como la serie “La Habichuela”, donde trabajaron Tha, Esegé, TP Bigart y Paco Mir (que después se dedicaría más al teatro, al fundar el mítico trío cómico El Tricicle).

Pero la cosa no funcionaba como esperaban, y en 1983, TBO pasó a formar parte de Bruguera, que también estaba en crisis, hasta que cerró por quiebra en 1986. El Grupo Zeta compró Bruguera al año siguiente, por lo que los cómics de la última y el TBO resucitaron. Salió en una periodicidad no tan frecuente, con nuevos dibujantes, incluso modernizando a la Familia Ulises rebautizándola como la Familia Rovellón (con unos hijos más modernos que la otra familia y otro dibujante), y fue así hasta 1998, en que editó sus últimos cómics.

El mejor momento del TBO fue en 1965, que vendía más de 350.000 ejemplares, aunque en 1920 ya vendía 20.000. Un tipo de humor que si lo leemos ahora nos parecerá ingenuo, y en algunos casos claramente machista, como dijimos antes, pero con unos autores de talento y un humor inteligente, sin palabras malsonantes.

En este artículo hemos intentado resumir la esencia de lo que significó el TBO, cuyos números semanales pueden encontrarse en colecciones particulares o reediciones de los mismos. Pero les remitimos al libro recopilatorio del mismo, muy bien documentado.