Los reconocimientos si son en casa saben mejor, y eso es lo que ha hecho la Filmoteca este mes de marzo con una merecida compilación de los 20 films de Pedro Almodóvar y una amplia asistencia de espectadores al ciclo. El cineasta manchego explicaba en la inauguración la relevancia que tenía hacerla en su ciudad, Madrid, por primera vez: “Porque este ciclo se celebra en Madrid, y La ley del deseo habla de unos años, los ochenta, claves en mi formación. Aquel Madrid era distinto, anterior a la invasión de las tiendas low cost. No ha cambiado en que aún hoy es una ciudad abierta...” Los nuevos responsables de la filmoteca, Ana Gallego y Carlos Reviriego, han posibilitado este cómputo de películas, en un más que merecido homenaje, que por primera vez expone todas las obras del cineasta.
El ciclo se abrió con la proyección de la Ley del deseo (1987), una película esencial en el Cine de Almodóvar, un film que consolida un mundo cinematográfico único. Una de las películas más emblemáticas del cine mundial de los ochenta. Es con la Ley del deseo donde Almodovar da un salto cualitativo que ya había expuesto con Qué he hecho yo para merecer esto y Laberinto de pasiones, tramas delirantes y pasionales dentro de un mundo barrial y callejero, personajes que vivían vidas comunes pero que Almodovar los ubicaba en un particular imaginario . Mujeres, homosexuales, putas, tribus urbanas y los problemas de la clase obrera, o las vidas inconexas de personajes del mundo artístico pero popular, alimentaban un planeta sorprendente y paradójico.
Seres que sufrían por sus pasiones, el mundo donde habitaba el drama pero también el espacio de un humor personal, callejero y locuaz, donde la parodia de los actores, que en todas las ocasiones se movían en registros altos, como personajes de un cotidiano cabaret –recurso muy inteligente para una escuela de actores muy nuestra-, construían un mosaico de creación, ya calificado como almodoriano, un planeta propio.
Mujeres maltratadas, porteras, peluqueras, toreros, mariconas... se unían a una nueva pléyade de rolles actuales; ejecutivos, periodistas, escritores... Personajes que se confundían unos con otros, todos sufrían de lo mismo, estaban alterados, histéricos, porque sus pasiones primaban más que su imagen social.
Los espacios, calles y antros, espejo de la movida madrileña, casas vecinales con un aroma kitch particular eran la escena de secuencias inspiradas en pintores contemporáneos, como el iconoclasta Nazario (influencia germinal en Almodovar, sobre todo en sus primeros films), o Piet Mondrain, Linchesten, Hockney, Edward Hopper o Jean Cocteau...
El Arte como inspiración total de una estética particular, un microcosmos artístico surgido de un Madrid postmoderno –Almodovar es el cineasta que mejor ha mostrado Madrid al mundo- donde lo universal fluía. El mundo Almodovar, el de los primeros films de los ochenta, como Pepi, Lucy y Boom (1980), Laberinto del Pasiones (1982), Entre tinieblas (1983), Que he hecho yo para merecer esto (1984), Matador (1986), La ley del Deseo (1987) y Mujeres al borde de un ataque de nervios (1989), constituyó el universo del autor que posteriormente será refinado, incluso mejorado en lo cinematográfico. Es en todo este marasmo creativo donde una sociedad, la española, se quitaba las cadenas de los traumas post franquistas desnudándose en un acto de libertad y modernidad.
Almodovar había recogido un viejo mundo, para convertirlo en nuevo, mezclando todos esos ingredientes, el de los viejos tópicos-folclorescos parodiándolos desde su valor estético en un particular exceso, llenando la pantalla de imágenes únicas y poderosas.
El ciclo ha dialogado con títulos y cineastas que han influido en la obra de Pedro Almodovar como Rossellini, Buñuel, Hitchcock , Bergman o Nicholas Ray, en una comparativa que ha reflejado el variado espacio de encuentros de las imágenes del cineasta. El día 31 de Marzo se pondrá fin al homenaje con la proyección de Volver (2006).