Hablamos de una película de Hollywood, un film creado para tal propósito, podríamos hablar de una película vintage, incluso en estado de defunción fílmica según las palabras de su propio autor “el Cine lleva 100 años muerto, pero ahí sigue”. El realizador Damien Chazelle (Whiplash, 2014), señalaba de esta manera la supervivencia de un tipo de cine, el que parecía haber muerto en la década de los 50, el cine de los grandes estudios –bien es cierto que la afirmación contempla que el cine, es el cine de la gran maquinaria industrial, cuando hay muchos cines- La La Land es una mezcla de una variada cantidad de herramientas cinematográficas y un tributo al propio cine y a los musicales.

Una original combinación de anhelos que se cruzan en un mismo camino. Los sueños se llevan al cine, y son los sueños los que nos dotan de esperanzas y vida todos los días – aquí radicó el éxito del cine de Hollywood, evualá; la lucha por conquistar nuestras pasiones y deseos, los objetivos que queremos que sean materializados. El trayecto es duro, más aún si hablamos de las Artes.

El film cuenta la historia de dos artistas talentosos pero desconocidos que luchan por sus proyectos en Hollywood, en esa dura ciudad que es Los Ángeles, un espacio –más bien el propio decorado de las calles y rincones de la ciudad- que se muestra repleto de belleza, una ciudad que no siempre se ha sabido mostrar como un hermoso cuadro, en comparativa de su opositora, NY.

He aquí uno de los triunfos de este film y su director, jugar con los espacios de cartón piedra de los Estudios de Hollywood y mezclarlos con las calles de un LA. repleto de ensoñación; una estética inspirada, como en más de una ocasión nos orienta el propio director, en las pinturas de David Hockney. La ciudad es un personaje más de este cuento de amor de gente común que persigue sus sueños, ama, canta y baila.

Es una película de amor, sí, el que suele acabar con la lucha entre el amor al otro y el camino propio (que es el amor a uno mismo). La historia de dos vidas que no son egoístas, demostrando el querer, dejando en libertad al otro. Duro, pero así es la vida... Eso sí, la realidad se puede mostrar más bella en el Cine y eso siempre lo supo hacer la maquinaria de Hollywood, la fábrica de sueños más maniquea del mundo sin lugar a dudas.

Pero lejos de una opinión un tanto esquinada, La La Land no tiene más pretensión de crear cine con todas las herramientas que existen y que los Estudios cinematográficos nos dotaron, más, el cine cuando salió a la calle. No solo es el plató el lugar donde rodar y cómo rodar. El film utiliza constantemente el plano secuencia, una diversión para el actor que se mueve dentro y fuera del guión. No solo eso, Ryan Gosling y Emma Stone tienen entre las manos un regalo para expresar todos sus recursos actorales bajo todos los planos posibles. La actriz norteamericana que interpreta a una joven actriz en busca de un papel, es todo un libro abierto de esta dura profesión y también un espejo de los registros que un buen actor tiene que saber expresar en la pantalla. Además cantan y bailan... Pero eso sí, cuidado, porque Hollywood siempre nos engaña.