Antes de comenzar a señalar los diferentes estereotipos que se han creado en el Cine para generar una imagen de lo que supuestamente es una Mujer, debe explicarse por qué es importante ser conscientes de que esta representación femenina que vemos en pantalla es fruto de la mentalidad de un hombre -o de un sistema donde predomina la mentalidad masculina-.

El cine es un medio de comunicación. Es decir, una película se construye con la intención de mandar un mensaje a través de la historia que cuenta. Ese mensaje es analizado y entendido por un receptor que lo valorará de una forma cultural y, en ese momento, de forma consciente e inconsciente, probablemente, afecte en su actitud y haga flaquear algunos comportamientos.

También, puede llegar a inculcar algún valor desde cero, algo que nunca nos hubiésemos replanteados antes. Esto es bastante nocivo porque, en una edad adulta en el que nuestro aprendizaje se encuentra más desarrollado, ciertas ideas que se muestren pueden ser llevadas a debate por nuestra condición moral o, directamente, sabríamos descartarlas, no porque estas ideas mencionadas sean buenas o malas, sino por el hecho de que no encajen con nosotros. Sin embargo, un niño en plena fase de desarrollo intelectual, al cual le encanta beber de cualquier fuente de información y siente curiosidad hacia todo lo que todavía no conoce, puede obtener ciertos pensamientos que integre más adelante en su comportamiento como algo normal.

Durante los más de 100 años que llevamos desde el nacimiento del cinematógrafo, el papel de la mujer comenzó de la siguiente forma:

Mujeres negociables, mujeres consumibles (O santas o putas):

El primer grupo, está formado por aquel grupo FEMENINO que, aunque suene crudo decirlo, sirve para el intercambio -tanto uno previo como uno posterior-.

Este grupo está formado por madres, esposas, hijas, cualquiera que lleve consigo un componente familiar clásico. El segundo de los grupos, hace referencia a aquellas que sólo sirven para el uso y disfrute del hombre: prostitutas, amantes, vampiras -muy aclamadas en ciertas décadas del cine-. El primero de los grupos está por encima del segundo en todo momento, debido a su bondad y sus valores.

Dentro de este gran apartado, pueden hallarse otros más específicos:

  • Mujer que cumple su función social: este prototipo es fácil de resumir: mujer heterosexual, virgen, esposa y madre. Y, dentro de sus funciones sociales, se encuentran las de llorar y sufrir, este tipo de mujeres no pueden buscar la vida fácil ni la diversión, deben padecer sus penas para poder adquirir posteriormente una buena vida, ser ejemplo de educación y encontrar un marido que las acomode económicamente.
  • Mujer que busca su príncipe azul: En este tipo de historias, la mujer suele ser el personaje principal. Su función, es intentar salvarse, huir, sufrir... hasta que llegue su príncipe azul y las salvé de la vida sin éxito que tenían anteriormente sin su presencia.
  • Mujer malvada: Aquí, ya nos referimos, otra vez, a esas mujeres consumibles, de vida fácil que usan su maldad y su belleza corporal para atentar contra una más inocente y buena. También, en este grupo se encuentran las femme fatale, aquellos personajes femeninos que llevan al hombre a la perdición.
  • Objeto de deseo: La mujer sabe que es un fetiche para el hombre, el cual, en este tipo de historias, adquiere un carácter voyeur. La mujer, al ser consciente de ello y de su físico, debe someterse a estas miradas.

Con el paso del tiempo, estos estereotipos fueron, en parte, quedándose atrás, dejando hueco a la mujer independiente, la mujer homosexual que no existe para complacer a los hombres y, realmente, dejemos de encasillarlas: a la mujer libre, que actúa en consecuencia de lo que es.