Hace unos días conocimos la noticia de que existe una propuesta popular para poner el nombre de la recientemente fallecida Rita Barberá, exalcaldesa de la ciudad de Valencia, a una vía o plaza en la ciudad donde gobernó durante 24 años. La polémica surge cuando, recordemos, su administración al frente del Ayuntamiento de Valencia estuvo salpicada por la corrupción. Sin duda, una actitud indigna y nada honorable para cualquier político.

No obstante, una cosa esta clara: haber sido alcalde o alcaldesa de la ciudad mediterránea no te da derecho a ser reconocido popularmente con una calle, avenida, vía o plaza.

Como muchos bien sabréis, este país ha sufrido muchos cambios a lo largo de su historia, y fueron 47 los alcaldes que los contemplaron desde su posición como alcaldes de una ciudad tan importante como Valencia. Sin embargo, muy pocos de ellos han logrado ser merecedores de una placa en el callejero urbano. Todo esto se debe, evidentemente, al contexto político, económico, social y cultural que les tocó vivir, pero también en relación al partido político en el que militaban en el momento de ostentar la alcaldía.

Por citar algunos ejemplos, encontramos como de los primeros 5 alcaldes de la ciudad, durante el reinado de Isabel II, solo dos aparecen en el callejero, pero bajo sus títulos nobiliarios, este el caso del Marqués de Campo o del Conde de Almodóvar.

De la etapa del "Sexenio democrático", sólo Juan Piñol Verges tiene el honor de tener una calle en el barrio de Torrefiel. Alcaldes de la "Restauración" como Vicente Salas Quiroga, Francisco Maestre Laborde-Boix - más conocido como Conde de Salvatierra - o Luís Oliag dan nombre a algunas de las calles más recordadas.

Dentro de esta lista de alcaldes premiados, encontramos alguno polémico y sujeto a revisión, como el de Joaquín Manglano y Cucaló de Montull, Barón de Cárcer, cuyo título nobiliario hoy da nombre a una de las arterias más populares de la ciudad.

Y como cabía esperar, sólo tres alcaldes de la II República cuyos nombres son José Cano Coloma, Domingo Torres Maeso y Gisbert Ricó - éste último de reciente incorporación en un barrio cercano a la Ciudad de la Justicia - son los afortunados.

Como hemos comprobado, el poner el nombre o no de un alcalde a una calle de la ciudad de Valencia está sujeto a muchas circunstancias, subjetivas a todas luces.

Muchos nombres se han quedado por el camino, y quién sabe cuál será el futuro de la "futura" vía, calle o plaza Rita Barberá. La historia es así de caprichosa a veces, y será ella, pese lo que nos pese, quien acabará otorgando su merecida recompensa o el castigo más absoluto de todos: el olvido.