Una pistola cargada, una llave en el bolsillo del personaje, o un enmascarado que pasea por las calles. El arma de Chéjov se puede encontrar en multitud de escenarios y de formatos: en una serie, una película, un libro, una obra de teatro,... Y aunque no conozcas el nombre, seguro que alguna vez lo has reconocido.

El creador de este recurso narrativo fue Antón Chéjov, un escritor y dramaturgo ruso del 1840, considerado uno de los referentes en la creación de historias.

La primera vez que habla de esta técnica es en una carta con su amigo Lazarev, un compañero de fatigas, en relación a una novela que le había enviado para su corrección.

“Uno nunca debe poner un rifle cargado en el escenario si no se va a usar. Está mal hacer promesas que no piensas cumplir.” Esto fue lo que escribió Chéjov en 1889, en referencia a un arma que, como bien indica, Lazarev no llegó a usar.

Gracias a esta argumentación, el mundo narrativo comenzó a cambiar: esta expresión comenzó a usarse en todos los cursos de Escritura narrativa, con la máxima de que, si has dedicado tiempo a la descripción de un objeto -no tiene por qué ser un arma-, éste debe ser usado durante la trama o ser parte esencial del desenlace.

Si finalmente el objeto no se usa, se habrá generado una falsa esperanza en el lector, y la descripción y aparición del objeto no tendrá ningún sentido ni aportará valor a la historia. ¿Por qué? Porque el lector no sólo recibe la información del objeto, sino todas las posibilidades que tiene en la historia, el significado para el personaje e incluso para él mismo.

Pero no sólo podemos verlo en historias escritas: si prestamos atención al guion y desarrollo de una película nos daremos cuenta de que los personajes y las escenas dan importancia a ciertos objetos o personas, describiéndolos, haciendo hincapié en su imagen o mencionándolo en una conversación casual. Estos objetos pueden tener un valor simbólico: por ejemplo una llave puede significar el comienzo de una historia, la apertura de una puerta que permitirá a los personajes comenzar su aventura, aunque también puede significar una barrera, el cierre de una puerta que no es más que un impedimento para el personaje.

El uso ideal del arma de Chejov es aquel en el que el objeto se muestra con cierto desinterés, sin aludir mucho a él y haciendo que el personaje se olvide, pero dejando clara su existencia.

Este recurso narrativo hace hincapié en la primera máxima del creador: todo contenido debe tener un significado y una razón de ser. Al crear contenido, se debe comprobar que cada parte de ese contenido cumpla una de las siguientes funciones: que haga avanzar la trama y la acción o que permita conocer a los personajes.

Pero, en el mundo literario, siempre se da una vuelta de más: en el lado totalmente opuesto al arma de Chéjov nos encontramos el denominado "red herring", un recurso literario que consiste en dar una falsa señal a modo de distracción, con el objetivo de confundir a la persona.

Por lo tanto, en este tipo de historias, el arma no será más que una cortina de humo para una intención mucho mayor. ¿Cuántas veces nos habremos encontrado estas escenas en la televisión? Con simplemente recordar al Joker en los cómics y películas de Batman sabremos lo que es dar falsas señales y hacer que un arma aparentemente cargada no sea más que una treta para despistar.