Eran los últimos días de vida del dueño del mayor imperio de la época. Poco a poco, la vida de Felipe II se apagaba. Rodear todo su cuerpo con las reliquias que había conseguido reunir en El Escorial no había surtido el milagro de mitigar su agonía. Sin embargo, el rey realizó una extraña petición: que le trajeran a sus aposentos un misterioso tríptico que habían traído desde los Países Bajos de un tal Hieronymus van Aken, más conocido como "el Bosco", para poder observarlo en sus últimos alientos de vida.

Se desconoce la especial obsesión de Felipe II por la obra El jardín de las delicias de El Bosco.

¿Qué encerraba este tríptico para tener tanta importancia para un acérrimo defensor del catolicismo como fue este monarca?

El jardín de las delicias está formado por tres paneles, aunque al cerrarse puede observarse un mundo en oscuridad sin vida. En el lateral izquierdo aparece un hombre vestido que es identificado con Dios, que lleva de la mano a Eva para ser presentada a Adán, que se encuentra en el suelo tras haberle sido extirpada una costilla; en el panel central se representa el Paraíso Terrenal lleno de seres vivos donde el ser humano da rienda suelta a sus placeres carnales, y en el lateral derecho se representa el Infierno donde el Hombre es castigado por sus excesos y pecados. La obra puede ser leída tanto de izquierda a derecha como de derecha a izquierda, interpretándose también que en la actualidad el Hombre vive sumergido en la lujuria y que debe expiar sus pecados para volver a encontrarse con Dios.

El Bosco guarda mensajes ocultos relacionados con la alquimia, tan de moda en aquella época. Por ejemplo, en el carril central se representa la "fuente de la vida" con una fuente en medio de un lago. También se refleja el proceso de "conjunción" (la unión de contrarios alquímicos) en las relaciones sexuales que mantienen los personajes del tríptico, sobre todo la escena de una pareja manteniendo relaciones sexuales dentro de una esfera, que se interpreta como el "huevo hermético" utilizado por los alquimistas para llevar a cabo su búsqueda del Oro Filosófico.

Pero sin duda, el mayor Misterio que encierra El jardín de las delicias es la posible representación del adamismo, una corriente herética con tintes gnósticos que tuvo especial importancia en Países Bajos durante los siglos XV y XVI. Los adamitas vivían en cuevas, iban desnudos, no hacían caso a la autoridad y esperaban el fin del mundo.

El pintor los refleja en el panel central escondidos desnudos en cuevas.

Se dice que el cuadro fue encargado por un holandés que pertenecía a esta secta. Incluso se ha dicho que el propio Hieronymus van Aken simpatizaba con el adamismo. ¿Estaría el propio autor de El jardín de las delicias plasmado en su obra?