El fenómeno inusual que aparece en fotografías denominado como orbes, es catalogado por la ciencia oficial: de partículas en suspensión refractadas por la luz del flash. La teoría científica expone que pueden ser motas de polvo, partículas de polen o gotas de lluvia; que son captadas por la cámara produciendo estas esferas. Esto es frecuente que ocurra en fotografías tomadas con flash en momentos de lluvia o en lugares con mucha vegetación o polvo, que puedan generar partículas en suspensión.

La teoría oficial es muy correcta y está demostrada científicamente; pero no explica la coincidencia de que sea extremadamente frecuente captar orbes en lugares relacionados con lo místico.

Es muy normal que en esos enclaves envueltos en halos de Misterio aparezcan estas anomalías, sobre todo en lugares de intenso fervor religioso, de culto ritual, yacimientos megalíticos y prehistóricos, o ubicaciones relacionadas con lo paranormal. También se han hallado orbes con menor frecuencia en instantáneas donde se retratan personas manifestando mucha energía emocional indiferentemente de si es positiva o negativa. Al igual que en retratos de habitaciones vacías, donde expertos de lo paranormal realizan trabajos relacionados con invocación la de espíritus o ángeles.

Llegados a este punto en el que tenemos la información sobre lo que la teoría oficial no puede explicar: se abre un nuevo abanico de posibles teorías donde periodistas, investigadores y blogueros desarrollan sus ideas.

Uno de los más interesantes conceptos planteados es el que sugiere que estos orbes puedan ser la energía del universo: el quinto elemento. Esta revolucionaria teoría consiste en que los orbes serían entes vivos compuestos de partículas energéticas concentradas. Tras muchos años de investigación en la Nasa con expertos ultra-cualificados en todos los campos todavía no han hallado el secreto del misterio de la vida; forzándoles a reconocer que pueda haber otros elementos, aún desconocidos, que puedan desencadenar reacciones químicas y crear la vida.

Quizás la energía que desprenden estos entes, los orbes, sea la chispa necesaria para la unión inicial que algún día hubo entre átomos, para la formación de los compuestos que hoy disponemos en la tabla periódica.