¿A quién no le gustan las mujeres? Y no hablo de una manera sexual, pues en algún momento hasta una mujer ha deseado tener las curvas, la piel, los ojos de otra. Esa belleza, delicadeza, se hace presente en todas las historias que componen este libro Por qué nos gustan las mujeres de Mircea Cărtărescu.
Hasta la menos agraciada tiene su lado tierno, su lado delicado y es así como vemos a los personajes de estas historias, que sin importar el cómo se vean, el hecho de ser mujeres las dota de un misticismo que hace de ellas heroínas, para de alguna forma, donar a este hombre un poder especial para contar las historias que hablan de ellas, de lo feas que pueden ser y la belleza que esconde la fealdad.
El libro no sólo nos habla de las relaciones entre el protagonista, o sea el propio autor, y las mujeres, nos habla también del sentimiento del que muchos, por no decir todos, hemos sido cautivados alguna vez: El amor. Rozando también temas que a todos nos incumben, a su manera y cito directamente al autor en una de estas historias:
En el mundo actual consumista y globalizado parece que ya no conocemos otro sentido de la felicidad que este último: mediocre, utilitario, desprovisto de cualquier aspiración que vaya más allá de los tópicos materialistas: una casa confortable, un puesto de trabajo lucrativo, unas vacaciones en el Caribe (o por lo menos en Siania…), una familia y estabilidad económica… Los hombres han olvidado que recibieron un obsequio abrumador: el de existir en la maravilla del mundo, el de estar vivos, el de ser conscientes de sí mismos.
Nunca se plantean preguntas como ¿Quién soy yo en realidad? ¿Cuál es mi lugar en el mundo?[…]
Con la cita anterior puedo decir que en ciertos momentos muchos hemos olvidado ese obsequio del que habla el autor y como dice él mismo «porque hemos salido de ellas», me parece que debo destacar la última historia de este libro que lleva el mismo nombre de la obra completa: Por qué nos gustan las mujeres.
[…] Porque son rubias, morenas, pelirrojas, dulces, calientes, cálidas, graciosas, porque tienen cada vez un orgasmo. Porque cuando no tienen un orgasmo no lo fingen. Porque el momento más bonito del día es el café por la mañana, una hora entera royendo galletas y poniendo verde a todo el mundo. Porque son mujeres, porque no son hombres, ni otra cosa. Porque hemos salido de ellas y a ellas volvemos, y nuestra mente orbita como una estrella pesada y embarazada, una vez y otra vez, a su alrededor.