La Abadía de Glastonbury en Somerset, Inglaterra, es el legendario lugar donde descansan los restos del rey Arturo y su esposa Ginebra; o al menos es lo que nos han hecho creer durante siglos. ¿Realmente es la tumba del rey Arturo o se trata de una leyenda con fines económicos?

A principios del siglo VIII, gracias a una donación del rey Ine de Wessex, la abadía de Glastonbury se convirtió en el monasterio más rico de Inglaterra.

Su fama iba en aumento por su gran belleza arquitectónica; eran muchos los peregrinos y visitantes de todas las partes de Inglaterra y más allá los que acudían a la abadía. Pero la suerte de la abadía cambió; en 1184, un incendio destruyó casi todos los edificios y los tesoros que los monjes habían acumulado.

La reconstrucción de la abadía se convirtió en una odisea para los monjes, no sólo porque carecían de dinero para hacerlo, sino que se le sumó el auge de la abadía de Westminster, con la que “competía” desde hacía un siglo y que ahora ocupaba los ojos de los “pudientes” de la época.

En 1190, durante su lenta reconstrucción, es cuando los monjes encontraron, a unos 15 metros de la capilla y 2 metros de profundidad, una losa de piedra con una inscripción que decía: "Hicfacet sepultus inclitus rex arturius in insula avalonia" (“Aquí yace enterrado el ínclito rey Arturo, en la isla de Avalón).

Bajo la losa, un tronco de roble hueco y sellado, en cuyo interior se encontraban los huesos de dos cuerpos, los cuales fueron atribuidos al rey Arturo y a Ginebra, su mujer. Estos restos descansan, desde 1278, en un sepulcro de mármol negro en frente del altar mayor de la abadía.

Existen diferentes teorías sobre el misterio de la tumba del rey Arturo. Las hay que dan veracidad leyenda, entre ellos arqueólogos de renombre; pero a su vez los hay que, basándose en las mismas pruebas que los anteriores, no pueden afirmar que allí estuviera enterrado el rey Arturo. Pero también los hay muy críticos con la leyenda, afirmando que los monjes de Glastonbury del siglo XII fueron muy “avispados” y supieron inventar una historia para convertir una leyenda en dinero.

A esta última teoría, se le añade el análisis arquitectónico de la abadía reconstruida en el siglo XII; donde se pone de manifiesto que los monjes, en vez de utilizar estilos arquitectónicos contemporáneos, insertaron elementos anticuados para ayudar a la reputación histórica de la abadía fingiendo antigüedad y creándose, así, un atractivo lúdico que perdura a través de siglos.

La realidad, es que la abadía de Glastonbury, a pesar de la tumba del rey Arturo, jamás volvió al primer lugar de las abadías en Inglaterra, pero, si le sirvió para ser la segunda detrás de Westminster.