Stephen Edwin King, escritor estadounidense es conocido por sus novelas de terror a pesar de que también ha escrito otras obras que no tienen que ver con dicho género.

Sus Libros han estado en las listas de súper ventas y ha recibido diversos premios por su trabajo. Agregando a sus listas de éxito títulos como “Carrie”, “El resplandor”, “Cementerio de animales”, “Misery” y muchas otras.

Es increíble que Stephen King sea el autor de terror más reconocido actualmente, pues pese a que sabe cómo manejar el suspenso y hacer que el lector se quede hasta las 2:00 a.m.

leyendo con tal de terminar el capítulo, parece que el vocabulario que usa en realidad es vano.

Por ello, a título personal, considero que él es el perfecto escritor de los niños, pues cualquiera mayor a los 10 años lo comprende fácilmente.

Esto queda demostrado en una de sus obras más famosas, “El Resplandor”, publicado en 1977 y adaptado al cine en 1980; libro del que les hablaré en ésta ocasión y del que por cierto el estreno del largometraje fue bastante taquillero.

Esta historia gira en torno a un “hotel vivo”, Overlook, que posee a las personas metiéndose en sus mentes; dicho hotel por casualidad está situado entre las montañas y la familia Torrance que llega a habitarlo, que es la familia del niño protagonista llamado Danny, llega ahí porque el padre, Jack Torrance, aceptó el trabajo de velador durante todo el invierno, quedando así sin comunicación alguna con el exterior.

REDRUM. Esa es la palabra que Danny había visto en el espejo. Y aunque no sabía leer, entendió que era un mensaje de horror. Danny tenía cinco años. Y a esa edad pocos niños saben que los espejos invierten las imágenes y menos aún saben diferenciar entre realidad y fantasía. Pero Danny tenía pruebas de que sus fantasías relacionadas con el resplandor del espejo acabarían cumpliéndose: REDRUM… MURDER, asesinato.

La historia no es mala, pero definitivamente sería una lectura muchísimo más rica si te hiciera disfrutar de un amplio vocabulario y no de uno básico. No hay complementos geográficos a la historia, ni siquiera del clima del lugar, los habitantes del pueblo más cercano, costumbres, etc. Nada que nutra su obra. Ninguna descripción que ayude al lector a adentrarse más en ella, así como en las obras de Mario Vargas Llosa o de Gabriel García Márquez.

En perspectiva, sus lectores no tienen que ser personas letradas o amantes de la lectura, porque probablemente quedarán decepcionados, principalmente con su final, pues después de un buen desarrollo se espera un buen cierre y no uno a la ligera y sólo por terminar la historia como, pareciera, lo hace Stephen King en ésta tan famosa obra, que por cierto tiene una secuela titulada “Doctor sueño: la secuela del resplandor”.