Al final de la visita, hay "una sorpresa", comenta con una mueca divertida Eduardo Romero, uno de los guías del complejo turístico de la Gruta de las Maravillas. Se trata de una de las últimas salas a las que se llega durante el recorrido de tres cuartos de hora por esta cavidad repleta de estalactitas y estalagmitas, y bellos lagos, ubicada en la sierra de Aracena, en la provincia de Huelva.
"Aquí nunca se comenta nada al visitante", apunta Romero, "así se logra que este deje volar la imaginación y cada uno vea los parecidos que crea oportunos".
Y es que en la denominada sala de los desnudos, es fácil ver formas fálicas allá donde se mire. Únicamente se dispersande estas evocaciones, otras formaciones que no se alejan sin embargo, del contenido erótico de la sala. Traseros y pechos son reconocibles por las esquinas, por muy poco evocativa que sea la mente del visitante que sale, bien divertido o bien ruborizado, de este espacio. Y es que, como alerta el guía: "En esta sala sobran las palabras".