Las copias y falsificaciones de Arte se han realizado durante toda la historia. Sin embargo, el auge de la falsificación de las obras de arte se potencia en los siglos donde comienza el coleccionismo. Actualmente, el negocio de la compra y venta de falsificaciones de bienes culturales es un delito. De hecho, cuando el objeto de delito tiene un valor artístico y/o histórico, es estafa.
Es decir, si el comprador cree que es una obra auténtica y el vendedor así lo afirma, es delito de estafa.
El interés del falsificador no es homenajear a un maestro -como en épocas pasadas-, es ganar grandes cantidades de dinero. La mayor dificultad a la que se enfrentan las mafias es que para este tipo de delito es necesario tener una buena organización. Es decir, se necesita un buen artista que efectúe las piezas, porque no es fácil copiar la técnica artística de un gran maestro. Asimismo, se requiere una red de venta y un contexto, una historia. Esto es, necesariamente se precisan documentos que corroboren que la pieza es auténtica.
En este sentido, es más fácil atribuir una obra nueva a un artista que copiar una ya realizada. En cualquier caso, es necesario tener en cuenta que se comete un delito no cuando se copia una obra de arte, sino cuando se intenta vender como auténtica. Justo en el momento en el que se vende una obra falsa como original, el vendedor se convierte en criminal.
Las obras de arte falsas se pueden vender en galerías de arte, directamente entre particulares, casas de subastas e internet, siendo las más comunes las pinturas, las piezas arqueológicas, la escultura y las estampas -teniendo en cuenta que todas las piezas incluyen un certificado de garantía de autenticidad también falso-. El negocio lo desarrollan organizaciones, redes criminales y muy ocasionalmente individuos en solitario.
El Global Centre for Innovation sostiene que, entre el 25% y el 40% de las obras que se venden en todo el mundo son falsas. Y de hecho, este porcentaje aumenta exponencialmente gracias a la compra y venta de arte vía internet, dado que es muy difícil de controlar.
En cualquier caso, el problema de fondo es que estas obras de arte falsas no solo pasan por piezas auténticas para el ojo inexperto, puesto que, en ocasiones, los propios expertos y especialistas en arte dudan de la autenticidad. Asimismo, la compra y venta de obras de arte falsas atribuidas a artistas nacionales e internacionales -destacando el arte de la primera mitad del siglo XX- sigue en un imparable y progresivo aumento. Hay una conciencia común de que existe un gran volumen de litografías falsas atribuidas a Picasso, Dalí y Miró en el mercado del arte actual.
Obras falsas que se venden en el mercado como si fuesen auténticas. En el caso concreto de artistas españoles destaca indiscutiblemente la falsificación de las obras de Pablo Picasso puesto que es, aún a día de hoy, uno de los artistas más caros en el mercado del arte y, por ende, más falsificados internacionalmnte desde 1960, momento en el ya fue uno de los pintores más cotizados en las subastas de arte.
La última operación contra este tipo de delito fue este mes de noviembre, cuando la Policía Nacional desarticuló una red destinada a la falsificación de obras de arte y posterior comercialización de importantes artistas del arte de la vanguardia como Pablo Picasso, Modigliani, Andy Warhol, Miró, Sorolla, Saura, Chillida o Tapies, entre otros. En esta operación se detuvieron diez personas y se incautaron 271 obras.