Cuando el emperador Constantino decretó que los habitantes de su imperio se convirtieran al cristianismo, muchos ritos paganos Celtas se introdujeron en nuestra cultura. Fue así como el festival de Samhain formó parte de lo que hoy conocemos como la Noche de Brujas o Halloween.
El Samhain es la festividad de origen celta más importante, en la que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre era la celebración del final de la temporada de cosechas y se consideraba como el Año Nuevo Celta. Empezaba para ellos la época oscura. Por lo tanto es una fecha de transición ya que por un lado se cambia de año y les significaba una apertura hacia otro mundo.
La Iglesia Cristiana hacia el siglo VIII, convirtió el día 1 de noviembre en el día de Todos los Santos para rendir homenaje a todos los santos que no tuvieran un día particular de celebración. A lo que, en idioma inglés se empezó a llamar All hallowmas que viene a significar algo parecido a Día de Todos los Santos y con el tiempo, se convirtió en Halloween.
Cuenta una leyenda irlandesa del siglo XVIII que en una ocasión, se apareció Satanás a Jack. Jack era un notorio bebedor, jugador y holgazán que pasaba sus días tirado borracho bajo un roble. El diablo quería llevarlo al infierno, pero Jack lo desafió a trepar al roble y cuando el diablo estuvo en la copa del árbol, talló una cruz en el tronco para impedirle descender.
Entonces Jack hizo un trato con el diablo: le permitiría bajar si nunca más volvía a tentarlo con el juego o la bebida. Al final Jack murió sobrio pero sus pecados no fueron perdonados, tampoco podía ir al infierno porque engañó al diablo, pero se le entregó una brasa que introdujeron en su cabeza hueca, como una calabaza, para iluminar su camino en la helada oscuridad por la que debería vagar hasta el día del Juicio Final.
De ahí viene la historia de la calabaza o Jack-o-lantern.
La costumbre de pedir dulces de puerta en la puerta: truco o trato (trick-or-treating) se popularizó alrededor de 1930. Es una costumbre que deriva de una práctica que surgió en Europa durante el siglo IX llamada souling, una especie de servicio para las almas donde se entregan dulces en las tumbas de los difuntos para hacerles la muerte más dulce.
Hay muchas formas de celebrar esta festividad, la más novedosa que he visto, es una carrera popular por Madrid llamada Halloween Run que consiste en hacer 6,66 km de terror en el Hipódromo de La Zarzuela de Madrid junto con zombies, payasos asesinos, calaveras vivientes, brujas y demonios... La carrera es a oscuras y la organización deja llevar a los corredores una linterna tipo frontal, pero nada más… ¡en cada curva o tramo puede aparecer un zombie!