El gato es un animal que lleva conviviendo con los seres humanos, según las últimas estimaciones, desde hace unos 9500 años. Normalmente nos percatamos de su presencia en una sociedad antigua porque sus restos óseos aparecen contextualizados en los yacimientos arqueológicos, pero en este caso la situación es diferente.

El periódico británico The Telegraph se hace eco de una curiosa noticia. Informa de que las impresiones de unas huellas de gato, que han sobrevivido durante casi 2000 años, han sido percibidas recientemente en una teja romana que fue descubierta en Gloucester por los arqueólogos hace varias décadas.

La tegula, como se denomina en latín, forma parte de un conjunto de restos romanos que se encontraron en una excavación en Gloucester en el año 1969, pero las huellas no habían sido notadas hasta ahora. De hecho, la pisadas gatunas han sido descubiertas casualmente por uno de los arqueólogos que se está encargando de hacer una selección de fragmentos cerámicos, entre los miles de antiguos tiestos que hay en el museo local.

En el antiguo proceso de elaboración artesanal, el alfarero romano daba forma de tegula a la arcilla y la sacaba al sol para que se secara. En ese proceso de soleado es cuando pudo colarse el sigiloso gato y dejar sus pisadas, por los siglos de los siglos, impresas en la teja.

Sin embargo, este percance no impidió que los romanos colocasen la tegula sobre un tejado y apareciese dos milenios después en una excavación arqueológica.

Según las declaraciones del portavoz del museo, la teja de las pisadas mininas procede del año 100 d. C. aproximadamente. Fue hallada en una excavación en la moderna zona de Berkeley Street en la ciudad de Gloucester y, en la actualidad, se encuentra expuesta en el museo local.

El concejal Lise Noakes, miembro del gabinete de cultura y ocio del Ayuntamiento de Gloucester, dijo que hasta ahora se habían encontrado huellas impresas de perro, de calzados de personas e incluso de cerdos, pero las pisadas de gato son poco frecuentes.