Recordemos el maquillaje de Thriller, de Michael Jackson, uno de los mejores videoclips que se han rodado, o el de Un hombre lobo americano en Londres, con esa transformación de David Naughton paso a paso, que si hoy sigue fascinando, en su día, a principios de los años ochenta, debió causar estragos en los cines, y hagamos el ejercicio de suplantar el trabajo artesanal que supuso llevarlo a cabo con la maestría de la que hace gala, por la actual manera de operar en Hollywood, con ordenadores, CGI y acabados rápidos que no alarguen el rodaje y la postproducción más de lo necesario.

Dicho experimento puede llevar a lugares que no nos guste visitar, a una nostalgia que no por ser un hecho está justificado recuperar. Precisamente por eso Rick Baker, el genio que hizo posible aquellos logros, se ve forzado a retirarse, una jubilación que por edad, 64 años, es un tanto precipitada, pero que por volumen de trabajo es una necesidad.

Y es que Hollywood cambia a velocidades de vértigo y las películas que antes se mantenían en cartel meses, dando continuamente beneficios, ahora se limitan a explotaciones de fin de semana. Cientos de millones invertidos en superproducciones cuyos títulos se renuevan como mucho cada quince días. La taquilla vive al día, no puede permitirse el largo plazo, y los calendarios de estrenos están lo suficientemente ajustados como para tener que darse prisa con todas las películas que los estudios tienen entre manos.

¿Solución? Dejar a un lado la laboriosa artesanía, por maravillosa y aplaudida que sea, y darle todo el protagonismo al ordenador, al CGI y a las nuevas tecnologías. Los resultados no son comparables. Tal vez efectivos y merecedores de los Oscar que se les otorgan, pero a cambio arrebatan el alma de un producto que con menos prisas y más dedicación podría provocar aún más admiración.

Baker, aprendiz de Dick Smith, creador del maquillaje de El exorcista, ganó la primera estatuilla que se concedió en su disciplina por la citada película de John Landis, por esa mutación de hombre a lobo que no tuvo comparación ni la tendrá, en cualquier otro film que veamos. Hasta que llegó esa joya, los Oscar no se daban al maquillaje, todo un honor para Baker recoger el primero de ellos.

También fue el artífice del de Men In Black, Hellboy, Ed Wood, El planeta de los simios o Maléfica, su último trabajo hasta la fecha. Hoy dice adiós a una labor en la que ha dejado huella y aunque se plantea seguir orientando a quienes le pidan consejo, su nombre ya no figurará en los créditos de ninguna otra película. Ahora, en lugar de al hombre lobo, es a nosotros a quienes nos toca aullar a la luna. De pena, sin duda.