Stéphane Breitwieser nació en 1971 y es considerado como el mejor ladrón de obras de Arte de la historia, según "The Guardian" "el ladrón de arte más eficaz del mundo", robó 239 obras valoradas en más de 1000 millones de euros, en un viaje que hizo por Europa. Su media es de un robo cada 15 días. Su "modus operandi" era sencillo, conseguía trabajo como camarero cerca de la zona donde quería robar y en una visita al museo, iglesia o donde fuera que iba a efectuar la acción, su novia Anne Catherine Kleinklauss, como fiel cómplice, distraía a los guardias de seguridad el tiempo suficiente para que él se hiciera con la obra.

Stéphane nunca usó la violencia en ninguno de sus robos y lo que resulta más sorprendente nunca intentó vender ninguna de las obras con las que se hizo, durante el juicio que se produjo tras su arresto se declaró a si mismo como un "conaisseur" del arte que robaba para formar su propia colección personal, centrada en los grandes maestros de los siglos XVI y XVII. Vivía en el pequeño piso de su madre en Mulhouse y guardaba las obras en su habitación, para disfrutar de ellas durante largas horas "me gusta el arte. Amo las obras de arte como estas, las reuní y las guardé en mi casa" declaró en el juicio.

Sorprendentemente, aunque en un principio lo negó todo, recordaba absolutamente todas los objetos que había sustraído y también sus características, se centró en el asalto a museos regionales, e iglesias que están menos vigilados, aunque llegó a robar en Sotheby's, antes de una subasta.

Su primer robo fue en 1995, en el castillo medieval de Gruyeres en Suiza, de donde sin más cogió de su marco una pequeña pintura de Christian Wilheim Dietrich.

La obra más valiosa con la que se hizo fue "La Sibila Princesa De Clèves" de Lucas Cranach el Viejo, en el Castillo de Baden Baden de Suiza, otros cuadros son "Estafador engañando a señor" de Pieter Brueguel el Joven, "Dos Hombres" de Antoine Wateau, "Pastor Dormido" de Francoise Boucher.

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En 1997 fue pillado por primera vez en pleno robo en una colección privada para la que había obtenido un permiso especial de visita, se llevaba un paisaje de Willian Van Aelst, pero fue detenido antes de llegar al coche en el que se encontró otra obra robada. Se le prohibió la entrada a Suiza durante seis meses, lo que no le impidió seguir haciéndose con más objetos.

En noviembre de 2011 se produjo su arresto definitivo, cuando intentaba robar un clarín, como el que sólo hay tres en el mundo, pero era su segundo intento y fue reconocido por un periodista. Cuando lo supo su madre se deshizo de las obras que se encontraban en su casa, algunas las tiró a la basura y otras al río Ródano. Tres días antes del juicio Stéphane intentó ahorcarse pero un compañero de celda dio la voz de alarma. Su novia y su madre fueron condenadas por cómplices a unos meses de prisión, él fue condenado a tres años de los que cumplió 26 meses, salió por buena conducta.Han sido halladas unas 100 de las obras que se hallaban en su poder pero al menos 60 siguen desaparecidas.

En noviembre de 2006 publicó un libro en el que relata toda su experiencia se titula "Confesiones de un ladrón de arte".