La industria americana del cómic ve a España como una máquina de fabricar dibujantes de calidad, y en los últimos años ha dado la oportunidad a numerosos ciudadanos españoles para que puedan demostrar su talento y pongan su imaginación ilimitada al servicio de los superhéroes más conocidos de todos los tiempos. Cuando leemos un cómic de Spiderman, Batman o el Capitán America podríamos estar leyendo las creaciones de prestigiosos dibujantes españoles como Javier Pulido, Ramón F. Bachs, Marcos Martín o Javier Rodríguez entre otros.
Los profesionales del cómic siempre están alerta cuando pisan suelo español para captar a nuevos dibujantes, los lugares preferidos donde se apropian de nuestro talento son los salones del cómic que se celebran en España, ahí los enviados interactúan con los creadores de sueños y le echan el ojo a las mejores muestras para luego enviarlas a la compañía que representan.
La mayoría de los contratados siguen unas directrices y no pasan a la fama, pero algunos dibujantes consiguen que su trabajo sea propio. Decidir en una industria donde si antes el dibujante era el pilar principal hoy lo son los guionistas, en este año 2015 Marvel contratará empleados españoles según informa la propia compañía y EFE, hasta un 20 % mas de empleados que podrán huir de un país que atraviesa una grave crisis.
La industria del cómic cotiza al alza y está viviendo una regeneración sistemática, ya que antes acaparaba solamente la difusión en papel, pero la ilustración se ha adaptado a los tiempos de hoy, se han actualizado incorporándose al mundo digital con muchísimo éxito, porque da la posibilidad de acercarse a más público.
Cada vez hay más lectores que se dejan seducir por la magia que los superhéroes transmiten, el incremento es patente especialmente en el público femenino sacudiendo con firmeza los tópicos de que ser amante de los superhéroes es cosa de hombres. Lo que no ha cambiado es lo interiorizado y arraigado en el modo de funcionar de la industria, ya que es una industria que ha crecido con los lectores desde siempre y la gran mayoría comparte una idea conceptual de lo que debe de ser un cómic, hasta el punto de que un dibujante se puede sentir identificado con lo que está leyendo y pensar que lo ha creado el mismo.