¿Ser inteligentes, parecer inteligentes o creerse inteligentes? Entre cada una de estas posibilidades existe una brecha bastante grande que, en algunas circunstancias, pueden confundirse en su sentido. Tal es el caso de los niños en edad escolar, quienes se ven continuamente expuestos a "medidores de inteligencia" concretos, como los exámenes, o un poco más subjetivos, como padres, maestros y compañeros. Sin embargo, cuando se evidencia una cierta intención por parte de un niño de destacar una superioridad -no siempre real - de forma tangencial están dañando sus vínculos sociales.
Esto fue demostrado por un estudio realizado en la Universidad de Bamberg (Alemania), durante una experiencia en la que se involucró la percepción que compañeros de un mismo nivel tenían entre sí.
Los resultados. De acuerdo a lo publicado en Social Psychological and Personality Science, los expertos concluyeron que los niños que "inflaban" su imagen frente a un grupo con intenciones de mostrarse más inteligentes, no se los registraba como algo personal; en cambio, cuando la imagen aumentada era dirigida hacia alguien particular con el objetivo de marcar una superioridad inexistente, la consideración hacia el chico no era neutral, todo lo contrario, terminaba siendo segregado por su actitud.
El estudio da cuenta de lo que el sentido común viene señalando hasta el momento, ahora con fundamentos científicos.
Consecuencias. Las mismas situaciones pueden registrarse en otros ámbitos por fuera de lo escolar, incluso entre adultos en el espacio del trabajo. Quien se considere falsamente superior a sus pares y particularmente con uno de ellos, ve perjudicados sus vínculos sociales, puesto que tal actitud es tomada como una muestra de soberbia o pedantería.
En el caso de los niños, el problema es más grave ya que ocurre en una etapa de la vida de conformación de su psicología -cómo se reconoce a sí mismo y cómo es visto por los demás, entre otras cuestiones no menos importantes-. El hecho de que los adultos implicados en una situación de enseñanza y aprendizaje no intercedan en casos de una autopercepción falsa, puede dañar la forma de entablar vínculos sociales y afectar a su vida en sociedad a lo largo de su vida. Los profesionales de la enseñanza y los padres, deberán estar atentos a no ser ellos la causa de esa imagen que va creciendo a la par de comparación y elogios exagerados.