Hemos comenzado las clases. Un año más, el temario nos exige comenzar por el principio (como casi siempre ocurre en las cosas que necesitan reflexión, cordura y profundidad). Del mito al logos es la archisabida cuestión con la que planteamos el discurso racional que se impuso al fantástico-religioso-mítico de la Atenas homérica. Unas breves dosis de contexto geográfico y político para que los alumnos puedan captar, o por lo menos aproximarse a la concepción griega del universo (los temarios oficiales impiden que lo sepan, pues están ausentes) y las claves interpretativas para entender de modo significativo el pensamiento de los primeros pensadores occidentales.

Contexto histórico, factores que influyeron para la aparición de la filosofía, primeros autores y sus características… Todo está bien, ordenado, equilibrado, armonizado. De repente, los primeros filósofos, los jonios o presocráticos se hacen presentes y el profesor enuncia con rotundidad una de sus enigmáticas expresiones: "Todo está lleno de dioses" (Hilozoísmo). Pero profe, asevera contrariado uno de ellos: ¿no habíamos quedado que el discurso sobre la naturaleza prescindía de todo elemento mitológico y religioso? En cierta medida y desde su óptica cientifista con la que está siendo educado, le suena a metralla incrustada en el cerebro. Toca explicarlo con meridiana claridad, y con las limitaciones propias de una sesión de clase, el concepto hilozoísmo.

Para ello, me remito a uno de los fragmentos de uno de ellos y que, en cierta medida, aclara mejor esta expresión aparentemente irracional y fuera de todo discurso digno de ser mencionado como científico.

Hilé, que significa materia y zoé, vida, hacen referencia a esa concepción arraigada en la cultura griega en donde la dimensión unitaria del cosmos formaba parte natural en su pensamiento.

Astutamente, el mismo alumno alude a los movimientos sociales a favor de la naturaleza y los Animales. ¡Eureka!, exclama el profesor. Diste en el clavo. La defensa y el respeto por la naturaleza y sus habitantes no son algo tan novedoso como parece. Es más, el despertar hacia una visión universal de nuestra existencia ya era una realidad desde el origen de los tiempos.

Todo está lleno de dioses, significa: todo está lleno de vida. Y como tal, hemos de respetarla y no explotarla sobremanera. La idea de vivir en armonía con el resto de la Naturaleza no es un esnobismo ni una moda, es un principio intrínseco arraigado desde que el hombre se sabe hombre.